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lamanca. Pocos funerales tan concurridos como el suyo. Así lo reconocen cuantos lo presenciaron, familiares, amigos y conocidos. Su esposa y su hija quedaron convertidas en unas Dolo– rosas. Dice Leonor en su Cuaderno: "A la muerte de mi padre, mi madre me vistió toda de negro". Y añade una anécdota infantil que nos hace sonreír por su ingenuidad: Estaba jugando en su cuarto de juguetes, cuando vio un gato negro en un tejado. Nunca había visto un gato de ese color. Sorprendida, fue corriendo a decirle a su madre: "Mamá, mamá, he visto un gato vestido de luto "rigoloso" (por riguroso) como yo". PRIMEROS ESTUDIOS La pequefía Leonor cursó sus estudios preparatorios en el colegio de sus tías, en donde daba clase su madre. Era una nifía despierta y aplicada. Mas, como suele decirse -y parece que con verdad - , que nunca una desgracia viene sola, resulta que, a la muerte de Don Matías siguió bien pronto la muerte de dos de sus hermanas, que regentaban el Colegio del Sagrado Corazón. Para colmo de males, las otras dos hermanas que quedaron al frente del colegio, pa– rece que no lograron entenderse. Este fue el motivo de tener que cerrar las aulas el famoso Colegio salmantino; por cierto con gran sentimiento de la población y, sobre todo, de Doífa Alix y su hija, que quedaron, prácticamente, en la calle. Privadas del amparo de la familia Pérez Mirat, que era el único medio que les quedaba para sobrevivir a su des- 19
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