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Lo que voy a añadir podrá provocar la sonrisa de los poco timoratos y la carcajada de los más truhanes. Don Matías quiso un día prohar a su prometida. Sen– cillamente, le pidió un beso. La reacción de Alix fue espon– tánea y enérgica: "Eso será solamente cuando nos casemos; antes, confórmate con coger mi mano. Y no se te ocurra decírmelo más veces, porque sería suficiente para marchar– me en el primer tren que salga para Francia". Don Matías quedó satisfecho de la prueba. Si Alix hu– biera sido blanda y hubiera accedido a sus ruegos, jamás se hubiera casado con ella. Don Matías dio una explicación a sus íntimos: "Yo no sé si fue Dios o el diablo quien me ins– piró tentarla, pero yo necesitaba saber a ciencia cierta si la que iba a ser mi mujer era tan buena cristiana como parecía. Porque las mujeres engañan mucho y son buenas y puras hasta que dejan de serlo". Sin meternos a juzgar vidas ajenas, ahí queda ese hecho para regocijo de unos y admiración de todos. Nosotros ... no corrijamos a Dios la plana. La boda de Don Matías con 1a señorita Alix tuvo lugar el 24 de marzo de 1884 en la iglesia de San Esteban. Grande fue la solemnidad; muchos los invitados; mucha la alegría. Como correspondía a la categoría y significación social de los novios. Terminada la ceremonia, la feliz pareja marchó a Francia a pasar un mes de luna de miel al lado de los familiares de Doífa Alix. A su regreso de viaje de novios -formado ya el nido– hogar de sus ensueños - los dos volvieron al desempeño de sus respectivas profesiones. 16
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