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EPILOGO Hemos llegado al fin de este libro. Pero no hemos agotado, ni muchísimo menos, su materia, que es la vida larga, fecunda, al tiempo que ejemplar y sencilla, de Leonor. Nos alegra el pensamiento de haber abierto un sendero, que podrá ser continuado algún día por otra pluma más ágil y experta que la nuestra. Al volver ahora la vista atrás y con– templar de un solo golpe todo el camino recorrido, se nos presenta la silueta espiritual de Leonor con unos contornos más definidos y claros. Su sencillez, su humildad, su bondad, su caridad, su abnegación, su alegría ... son otros tantos hitos, otros tantos puntos de referencia para forjamos en la mente una idea, la más aproximada y justa, de esta "Estrella Franciscana" del siglo XX, que se llama LEONOR PEREZ DOCTEUR. Es verdad que solamente Cristo es nuestro perfectísimo Modelo; pero también es cierto que estas copias o calcos vivos de Cristo, que son los santos - creaturas de nuestra propfa. naturaleza - nos espolean, nos estimulan, despiertan en nuestro espíritu una santa emulaci6n, para buscar a Cristo con más empeño y seguirle después más de cerca. Si esto lográramos conseguir con la vida o semblanza 155

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