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de Leonor. Quiteria tiene una medalla de Leonor, con la que dice haber conseguido curaciones sorprendentes, así como la conversión de un señor, infiel en su vida de matri– monio. Dicha medalla, prestada a varias personas, va pasan– do de mano en mano y repartiendo consuelos y favores de Leonor. Cuando hablamos con la señorita Quiteria sobre la vida y muerte de Leonor, nada le preguntamos sobre estas pre– suntas curaciones milagrosas, atribuidas al uso piadoso de esa medalla. Tampoco hicimos indagaciones de ninguna clase, cuan– do en el Sanatorio del Naranco se nos dijo que varios enfermos atribuían a Leonor algunas gracias de curación o mejoría. Leonor les había prometido que los visitaría tam– bién después de muerta. Ella, tan sincera y cumplida, ¿deja– ría de cumplir ahora su palabra? El Hermano Terciario, más veces citado, nos cuenta un sencillo episodio sucedido a él mismo. Viéndose sin recursos para seguir su campaña de información sobre la vida y vir– tudes de Leonor, gastó las últimas pesetas que le quedaban en comprar una participación de lotería, diciendo a Leonor: "Tú veras; si algo me toca, continuaré; de lo contrario, todo se acabó". Y por primera vez en su vida le tocaron mil pesetas. Quien esto escribe también piensa haber recibido de 153