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la fe del centurión, la actividad de Marta y la interioridad de María. Y todo esto junto, admirablemente proporcionado, tenía nuestra admirada Leonor. Pero, si la vida de Leonor no nos permite hablar de milagros o de fenómenos abiertamente sobrenaturales, ¿po– dremos decir otro tanto de todo lo sucedido después de su muerte? Lejos de nosotros arrogarnos el derecho de discer– nir entre lo que es milagro y lo que no lo es, entre lo que puede explicarse por causas naturales y lo que exige causas sobrenaturales. Solamente la Iglesia podrá decimos algún día si alguno de estos hechos, ciertamente extraños y aparentemente milagrosos, tienen una explicación natural o son verdaderos milagros o, simplemente, favores. Desde luego, declaramos que este tema de los favores o milagros de Leonor lo hemos explorado muy poco y, por tanto, nada tendría de extraño que se nos quedaran más de la mitad en el tintero o entre las teclas de nuestro "HER– MES". Que el inteligente lector tome nota y los interprete según su saber y entender. Nosotros no haremos más que relatar. Oviedo, 28-abril-1961 Quiero hacer constar que habiendo acudido a la inter– cesión de la sierva de Dios Leonor Pérez, obtuve por su 151
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