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mismo Terciario Franciscano, fue varios años Director de la Hermandad y conoció a la Hermana Leonor perfectamente. Es éste Don Luis Femández Arrojo, cuyas palabras hemos citado en otro lugar de este libro. Las que hacen ahora a nuestro caso son solamente estas: "La Hermana Leonor fue una Terciaria de San Francisco que entendía a la perfección y sabía poner en práctica la Regla de la T. O. F.". Y, como Don Luis, se han pronunciado todos los Her– manos Terciarios que la conocieron y con los que hemos hablado, comenzando por el Hermano Ministro que la ad– mitió en la Hermandad y que hizo de ella grandes elogios en los periódicos locales, a raíz de su muerte. Los muchos compromisos que la Hermana Leonor tenía contraídos con "sus" enfermos del Sanatorio del Naranco y del Hospital General -fmto de su desbordante caridad cris– tiana y franciscana - la impedían algunas veces asistir a la función mensual de los terceros domingos que la Hermandad tenía, y sigue teniendo, en la Parroquia de La Corte. ¿Resta esto puntos a la Hermana Leonor en su condición de hija de San Francisco? De ninguna manera puesto que estaba ' . cumpliendo un deber sagrado muy conforme con el espíritu y la letra de la Regla de la T. O. F., cuando estimula a los Hermanos Terciarios a realizar obras de beneficencia y de apostolado. 118
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