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a los extremos, verdaderamente irracionales, a que llegan algunos de los socios de la Sociedad Protectora de Animales -amando más al animal que el prójimo-, Leonor hubiera sido lo que se dice hoy un buen "forofo" de esta laudable Sociedad. Y, desde luego, hubiera hecho muy buenas migas con el Director del espacio televisivo "Planeta Azul", el exi– mio y simpático Dr. Don Félix Rodríguez de la Fuente. Son incontables los casos -unos referidos por ella misma, otros por testimonio ajeno-, en que Leonor dio pruebas inequívocas de este su amor a los animales. Escuchémosla. "Siempre me gustaron mucho los animales y por eso he sufrido mucho siempre que los veía maltratar. Y ahora sigo igual... Cuando me encontraba con esos insectos que muchas veces se caen patas arriba y no se pueden levantar, yo les daba la vuelta y, si podía, los llevaba a un prado, al sol, entre hierba, para que estuvieran mejor, y decía a Nues– tro Señor: "Dios mío, haz eso conmigo". Esto lo sigo hacien– do cuando puedo ... Un día encontré un pajarito en la calle, que no podía volar, pues no tenía fuerzas para el vuelo. Un obrero que me vio apurada con él, sin saber qué hacer para salvarlo, me dijo: "Traiga, ya verá". Había allí un paredón y detrás una huerta. Lanzó el pajarito hacia arriba. El siguió volando y bajó suave a la huerta. También dije a Jesús: "Cuando yo no pueda volar a Tí, haz conmigo como el obre– ro con ese pajarito". Cualquiera que haya leído el ameno y enjundioso libro de las "Florecillas de San Francisco", podría preguntarse si 106

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