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norma no negarse a aceptar nada de cuanto le pidieran, si era bueno y estaba en su mano realizarlo. Es elocuente y altamente reveladora la respuesta que dio Leonor al Hermano Ministro de la T. O. F., cuando éste la interrogó sobre sus deseos de hacerse hija de San Fran– cisco, ingresando en la Tercera Orden Franciscana: "Yo siempre he querido mucho a San Francisco". Sí, había que– rido mucho a San Francisco; luego, prácticamente, había sido siempre franciscana. Y con esto queda despejado el interrogante que nos habíamos formulado al final del capítulo V: "La devoción de Leonor a San Francisco, ¿fue devoción de toda su vida o sólo de sus últimos años?". Y ya allí adelantábamos que teníamos algunas razones para pensar que había sido devo– ción de toda su vida. Esas razones aquí están, bien claras e inteligibles: 1.8) es ella, Leonor, la que lo afirma; 2.8) lo grita bien alto el espíritu franciscano que rezuma, que emana de toda su persona. SU ESPIRITU FRANCISCANO Antes de dar cuenta de su ingreso y comportamiento en la T. O. F., nos importa hacer como un estudio psicoló– gico de su vida, para captar en ella los rasgos más caracte– rizados de su franciscanismo. Las notas más relevantes del espíritu franciscano pode– mos decir que son estas: el amor, la humildad, la pobreza y 103
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