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MINEROS, SOLDADOS, NIÑOS Tenemas referencias ciertas - si bien no conocemos pormenores - de que en Cudillero, en Luarca y otros pue– blos pesqueros que ella frecuentó, tuvo encuentros apostó– licos con marineros y pescadores. Su apostolado entre los soldados también es algo indis– cutible -- aunque nos falten noticias de hechos concretos - , puesto que, hablando de Pravia, dice ella misma en su "Cuaderno Autobiográfico": "Con los obreros y los soldados hacía lo mismo que aquí (en Oviedo)". Luego en los dos sitios, si no en más, se entregó a este género de apostolado. Finalmente, entre los niños. Leonor era muy amante de los niños. Ella, una niña más - "si no os hiciéreis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" - se divertía mucho, tenía sus delicias en estar con los niños y aprove– chaba la ocasión para sembrar en sus tiernos corazones la semilla del amor a Jesús y a María. Dejemos que nos lo cuente ella misma. "Allí mismo, en Cudillero o en Balandres, reunía los niños y las niñas en un prado y les contaba cuentos y me aprovechaba para hablarles. Siempre me esperaban. Eso lo hacía también, y más, en Pravia. ¡Cuánto disfruté con los niños! Todos, al salir de la escuela, venían corriendo, como palomitas, con los brazos abiertos para darme un beso. Iba– mos luego a la Iglesia y allí, en el comulgatorio, en dos filas, porque eran muchos, hacíamos una visitita al Niño Jesús en el Sagrario, con las manecitas juntas y un ¡fervor!, y luego 100

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