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tandas. La invitada de honor era siempre Doña Leonor, y ella aceptaba con gusto la invitación para tener un motivo más de ganar su cariño y dirigirles hacia el bien. Cuál no sería su celo para instruirlos en las verdades de la fe, que hubo uno que entró en el Seminario y abrazó la carrera ecle– siástica; se llama Pedro y está actualmente en Zaragoza". Bueno, el buen seminarista gitano permaneció dos años en el Seminario y, al fin, tuvo que salir. Se ve que no estaba todavía el horno para bollos o la parra para dar uvas. Lo cual no resta nada al mérito de este intento, realizado por el celo ardiente de Leonor. PROSTITUTAS No es mucho lo que sabemos de su apostolado para redimir a esas pobres mujeres -doblemente desgraciadas– que comercian con el amor camal. Sabemos el caso concreto de una mujer de mal vivir, bastante conocida en la ciudad, que, por mediación de Leonor, abandonó por completo esa vida y dio un viraje de 95 grados en su conducta. También nos consta que redimió a otras muchas mujeres de tan de– gradante servidumbre y que influyó notablemente para que se llegasen a cerrar por decreto-ley las casas públicas en España. Dirigió una carta al Jefe del Estado, suplicándole que arrancara este baldón de nuestra España católica. Y tuvo la satisfacción de ver cumplido su deseo. 99
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