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76 Con toda intención he reservado para este final las palabras de elogio y veneración a Fray Martín de Valencia y a sus frailes, en el panegírico que de ellos hace la pluma - no religiosa- de un mexicano ilustre en las le– tras y en la historia de finales del siglo xrx: el escritor Ignacio Manuel Altamirano. «De fondo al retrato de un hombre tan bueno , tan manso y tan benéfico como Fray Mart[n de Valencia, esos árbo les de l bos– que, esos coros de aves de l cielo y esos gru– pos de indios dejándose subyugar por la in– fluenc ia de la virtud y de la pa labra evangé– lica ... ¡Cómo no querer a esos frailes' ¡Cómo no amar a esos hombres animados de espíritu cristiano.' Esos frailes ... , s( son _los primeros amigos de los indios, los men– sajeros de la ilustración, los héroes verdade– ros de la civilización latinoamericana. Hay que honrarlos y venerarlos; ellos fueron el primer grupo de nuestros grandes hombres de América.» Vista aérea de Va lencia de Don Juan.

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