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SU CUERPO SE CONSERVA INCORRUPTO MISTERIOSA DESAPARICIÓN DE SU CUERPO Al enterarse los frailes de Tlalmanalco de la muerte de Fray Martín, acompañados de gran multitud de indios y españoles, se fue- · ron a Ayotzingo para trasladar el cadáver y darle sepultura en el monasterio. A los cuatro días de enterrado llegó a Tlalmanalco el superior provincial o custo– dio, que entonces lo era Fray Jacobo de Tes– tera, sucesor inmediato de Fray Martín en este cargo, y mandó que les desenterraran y pusieran en un ataúd, «y dijo misa de San Gabriel por él, porque sabía que le era de– voto». Durante la celebración de esta misa refiere Motolinia que una persona, digna de todo crédito, «vio delante de su misma se– pultura al siervo de Dios Fray Martín de Valencia levantado en pie, con su hábito y cuerda, las manos compuestas metidas en las mangas y los ojos bajos; y que de esta manera le vio desde que se comenzó la GLORIA hasta que hubo consumido». Este mismo superior o custodio, Fray Ja– cobo de Testera, fue quien ordenó se le ente– rrara a Fray Martín en un ataúd de madera, en medio de la capilla mayor, cubierto con una lápida grande , escrito en ella su nombre . Y aquí viene ahora el testimonio de Fray Gerónimo de Mendieta sobre los hechos ex– traordinarios de su cuerpo incorrupto y la misteriosa desaparición del mismo . FIIAY ll.\UTIX ,m .....,....,._.-___ ..,~,_Y.u,m.-cu .___________. Dice textualmente: «Estuvo este santo cuerpo entero , hasta que se perdió (que fueron más de treinta años) porque la sepúltura fue abierta mu– chas veces con deseos de religiosos, así de nuestra orden como de los predicadores , te– n{an de lo ver, y lo vieron muchos, porque los guardianes condescend{an con ellos tam– bién en los mesmos deseos. Mas desde el año de 1567 a esta parte no ha aparecido, aunque el sepulcro se ha abierto algunas veces. Y entiendo que fue permisión divina el haberse perdido totalmente, porque dema– siada curiosidad, o por mejor decir, tenta– ción, era andar enterrando y desenterrando tantas veces un cuerpo que era tenido en reputación de santo. Y así en pena de esta irreverencia y tentación, quitó Nuestro Se– ñor tan santa prenda de aquel convento y la tiene guardada donde Su Majestad sabe y es su voluntad... Y yo, Fr. Gerónimo de Mendieta, que aquesto escribo, confieso haber ca(do en la mesma culpa y tentación, pero de tal ma– nera que no mereda verlo como los otros, porque fui el primero que lo hallé de menos. Lo cual aconteció de esta manera. El año de 1567 acompañando yo al minis– tro provincial en esta provincia del Santo Evangelio, que a la sazón era el Padre Mi– guel Navarro, llegamos al pueblo de Tlal– manalco , donde estaba sepultado el santo varón, y como hab{a o{do de los mesmos que lo hab{an visto, religiosos de crédito, que estaba su cuerpo entero y sin ninguna co– rrupción , y que podr{a haber un año poco más o menos que se había abierto su sepul– cro la última vez, y lo habían visto, impor– tuné y persuadí al dicho ministro que ambos le f uéramos a ver. Y llevando con nosotros indios que quitasen la lápida con barras de hierro y palancas, abierto el sepulcro y ca– vado hondo, no hallamos el cuerpo ni indicio de él, sino algunas astí/lejas o briznas de madera que serían del ataúd en que fue se– pultado, cosa que nos dejó admirados y tur– bados. H{zase diligente inquisición entre los indios principales del pueblo y entre los que de ordinario sirven al convento (po rque sin venir a su noticia parecía imposible poderse sacar de allí el santo cuerpo), mas no se pudo hallar rastro entre e/íos ni menos lo supieron los frailes, ni hasta el d(a de hoy se ha podido saber cosa con haberse publicado el año 1580 unas letras apostólicas sobre el 11e!!ocio. llenas de !!rtll'i'.I' c1'11s111"11s ... ~ fowRen de Fr. Martín en el acceso a la Cueva .

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