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Se fue con su compañeD al convento de Tlalmanalco. La enfermedad se agravó hasta tal punto que le fueron administrados los Sacramentos. Pero el P. Guardián del convento quiso poner todos los medios hu– manos para que fuera atendido con mayor eficacia, y, en contra de la ·10l untad de Fray Martín, le obligó a que le trasladaran a la ciudad de México. Le pusieron en una silla de manos y lle– vado por tres frailes llegaro:1. al embarcadero de Ayotzingo, desde donde pretendían tras– ladarle por agua hasta México a fin de que el viaje fuera lo menos molesto posible. Pero ni por tierra ni por agua había de hacer Fray Martín este su último viaje en este mundo. Hacía años que él lo había predicho. ¿ Tuvo el don de profecía? Motolinia lo con– signa con estas palabras: «Él mismo había dicho muchos años antes que no tenía que mQrir en casa ni en cama, sino en el campo, y así pareció cumplirse.» Fue colocado en la canoa para hacer la travesía por el lago. Pero antes de empezar a remar, Fray Martín les ruega con todo em– peño que le desembarquen. En la mi sma ori– lla cae de rodillas, y sostenido por los tres frailes que le acompañan, alza los ojos al cielo y cae muerto en los brazos de Fray Antonio Ortiz. Así murió, cara al cielo. «ERA EL SÁBADO 21 DE MARZO DE 1534 VÍSPERA DEL DOMINGO DE PAS IÓN » Entrada a la "'-::ueva de Fr. Martln» detrás de la capilla del Sacromonte . 73
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