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FRAY MARTÍN DE VALENCIA EN BUSCA DEL MARTIRIO EXPEDICIÓN MISIONERA A TEHUANTEPEC Para el año 1532 Cortés había conseguido tener bajo su mando el puerto de Tehuante– pec, donde solía construir navíos tanto para sus empresas comerciales como para sus empresas de descubrimiento. Según afirma Salvador de Madariaga, «Cortés, demasiado grande para conten– tarse con ser granjero y hacendado en Cuer– navaca y armador en Tehuantepec, buscó salida a su actividad intentando nuevos des– cubrimientos. El Mar del Sur seguía tentán– dole con sus misterios y sus peligros.» Para esta nueva aventura de descubrimiento y de conquista había mandado construir las naves en los astilleros de Tehuantepec y preparado un pequeño ejército de soldados y capitanes. Y para esta nueva empresa acude a Fray Martín de Valencia en demanda de religiosos que le acompañen . Este deseo y petición de Cortés vuelve a hacer renacer en el alma de Fray Martín su deseo de martirio que no había encontrado en la Nueva España. Ha– bía cumplido los cincuenta y ocho años y, aunque la salud física no le era muy propicia, él mismo se ofrece para encabezar la expedi– ción que Cortés solicitaba. La mitad de los integrantes de esta nueva expedición eran de los veteranos y avezados que habían llegado en la de los DOCE de la fama y volvía a presidirles el venerable, santo e incansable Fray Martín de Valencia. Salen de México a finales de diciembre de 1532 o en los primeros días días de enero de 1533. Al llegar al punto donde debían embar– car, se encuentran con una realidad decep– cionante: las naves no habían sido construi– das. El mismo Cortés llega desde su residen– cia de Cuernavaca para activar los trabajos en los astilleros. Esta operación habría de prolongarse por más de medio año, y para acelerarla hasta la última posibilidad; Cortés se queda a vivir a pie de obra en la misma playa, morando en una pobre choza y traba– jando como cualquier jornalero. Dandb la razón del retraso en uno de los informes de Cortés dice que «en esta tierra con mucha dificultad, y costa y tiempo, se echan navíos al agua». 69