BCCCAP00000000000000000000805

medios audiovi suales de catequesis y evan– gelización. En grandes lienzos pintaron figuras y ale– gorías que representaban los mandamientos divinos, los artículos de la fe, los sacramen– tos, las oraciones .. . etc. Por estos medios explicaban su significado y contenido a las muchedumbres que se agolpaban en las igle– sias, en los atrios y en los claustros. Afirma Escalante Plancarte que «todavía puede verse la oración del Padre Nuestro en Jero– glíficos en ui\a cartilla del siglo XVI , que se conserva en nuestro Museo Nacional de Historia en Chapultepec». De él ofrecemos una fotocopia en esta biografía. TEATRO DIDÁCTICO EN LAS MISIONES « Las primeras representaciones sagradas eran mucho más antiguas , y se habtan intro– ducido desde los primeros tiempos de la conquista, no sólo en lenguaje castellan o, sino en las lenguas de los indios ... Los Mi– sionerosfranciscanos se va lieron alguna vez del teatro sagrado como medio ca tequís– tico .» MENÉNDEZ PELAYO Si el teatro reúne todas las bellas artes y hace con todas ellas otra muy suya, a los misioneros se debe el haber tenido esta ini– ciativa para fines de edificación religiosa y catequesis doctrinal. La sociedad civil también empleó este medio para la amenidad en la población civi– lizada, pero ante los abusos y desviaciones que surgieron, pronto hubo que imponer normas especiales. «Los cronistas españoles alaban la asom– brosa facilidad con la que los indios conver– tidos aprendían los autos religiosos traduci– dos a las lenguas indígenas y los representa– ban con admirable talento escénico ... » Esta afirmación de Salvador de Madariaga viene confirmada por el relato que nos hace Moto– linia de una festividad del Corpus Christi celebrada en Tlaxcala. La ciudad organi– zaba una vistosa procesión puramente india y por indios dirigida. Adornaban y cubrían 66 con flores sus empedradas calles, en las que habían levantado mil sesenta y ocho arcos de flores. «En la procesión iba capilla de canto de órgano de muchos cantores y su música de flautas que concertaban con los cantores, trompetas y atabales, campanas chicas y grandes, y esto todo sonó junto a la entrada y salida de la iglesia, que parecía se venía el cielo abajo.» No había monasterio importante que no tuviera su teatro, su capilla de músicos, sus cuadros bien pintados , movimiento y proce– siones espléndidas para realizar un culto vi– viente. Menéndez Pelayo hace alusiones concre– tas a determinados misioneros que se desta– caron en este teatro didáctico y catequístico . Entre ellos cita a Fray Juan Bautista, fran– ciscano , que compuso «dramas espirituales de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Je– sucristo» en la lengua «nahualt». A Fray Andrés de Olmos, franciscano también, que hizo representar delante del Virrey Men– doza y del Arzobispo Zumárraga su célebre auto de «El Juicio Final », causando gran edificación así a indios como a españoles. Y anterior a todos estos dice que había sido Fray Luis de Fuensalida - uno de los Doce de la Fama- que compuso en lengua mexi– cana «Diálogos o coloquios entre la Virgen María y el Arcángel San Gabriel. » Estos ligeros datos ponen de manifiesto la intervención de los misioneros en el cultivo y florecimiento de la literatura indígena así en México como en otras zonas de América. Y no contentos con componer los trabajos dramáticos, ellos mismos se encargaban a veces de organizar y dirigir las representa– ciones. Menéndez Pelayo tiene varias des– cripciones sobre estos temas que sería muy prolijo enumerar y transcribir. Para conclusión de este apartado quiero citar un texto de Salvador de Madariaga tan significativo y valioso como éste: « En el reino de la cultura , España dio a la s Indias lo mejor de su ser.. . España dio lo que tenia , sin medida ni reserva, y que el esplen– dor y la belleza de lo que entonces creó, ilumina todavía el ambiente por todas partes donde ha pasado .»

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz