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«Y SI VUELVO SIN BAUTIZAR, EN EL CAMINO MORIRE» Las anécdotas ejemplares de la fe de estos indios que demuestran su deseo del bau– tismo se multiplican en estos primeros años hasta lo infinito. No es el caso aislado que por una excesiva imaginación se pretenda proponerlo como modelo «excesivamente piadoso y fiducial» . Son hechos concretos, con datos y nombres, relatados por protago– nistas y testigos presenciales de los hechos. El siguiente es uno entre mil: Del pueblo de Santa Ana de Chantempan vinieron a llamar a un misionero para que fuera a confesar a un enfermo y a bautizar a algunos que deseaban hacerlo . Cuando el misionero llegó al pueblo, «encontró más de treinta enfermos que administrar, doscien– tas parejas dispuestas para el matrimonio, y mil quinientos niños para bautizar, todos los cuales fueron ungidos con Óleo Santo y Crisma.» Dos ancianas se presentaron, asida una de la otra para no caer, y se mezclaron con la muchedumbre para ser bautizadas. El mi– sionero que oficiaba, al enterarse de su es– casa instrucción religiosa, no quiso adminis– trarles el sacramento del bautismo . Y aquí se produjo la escena emocionante de la fe de estas viejecitas indias. «Con lágrimas en los ojos así reaccionó una de estas ancianas: « Amí que creo en Dios, ¿ me quieres echar fuera de la Iglesia? Pues si tú me echas fuera de la casa del misericordioso Dios, ¿a dónde iré? ¿No ves de cuán lejos vengo, y si me vuelvo sin bautizar, en el camino moriré? Mira que creo en Dios, no me eches de su iglesia.» La mente estaría escasa de doctrina, -dice Motolinia-, pero su corazón rebo– saba aq10r de Dios, y fueron bautizadas. 64 BAUTISMOS Y CIFRAS DE VÉRTIGO «Bautizaron muy muchos, en especial nuestro padre Fray Mart(n de Va lencia , que fue el primer prelado que en esta tierra tuvo veces del Papa.» MOTOLINIA El fiel, fervoroso y detallista Fray Toribio de Benavente -Motolinia- acompañó al– gún tiempo a otro misionero de quien no nos da el nombre, pero sí algunos datos asom– brosos de su trabajo evangelizador. Afirma que en cinco días bautizaron «por cuenta» catorce mil y doscientos y tantos, poniendo a todos oleo y crisma, «que no nos fue pe– queño trabajo». «Después del bautismo - dice- es cosa de ver la alegría y regocijo que llevan con sus hijuelos a cuestas, que parece que no caben en sí de placer.» Y esto no era ministerio de un día. Los datos y los números que nos va a dar a continuación están precisados y referidos al espacio de diez años. Vale la pena transcribir literal– mente el texto de Motolinia en el que ofrece esta original y asombrosa estadística sobre los bautismos. «El número de los bautizados cuento por dos maneras; la una por los pueblos y pro– vincias que se han bautizado, y la otra por el número de sacerdotes que han bautizado. »Hay al presente en esta Nueva España obra de sesenta sacerdotes franciscos, que de los otros sacerdotes pocos se han dado a bautizar; aunque han bautizado algunos, el número yo no sé qué tantos serán. Además de los sesenta sacerdotes que digo, se ha– brán vuelto a España más otros veinte, al– gunos de los cuales bautizaron muchos in– dios antes que se fuesen; y más 01ros veinte que son ya difuntos, que también bautizaron muy muchos, en especial nuestro padre Fray Mart(n de Va lencia , que fue el primer pre– lado que en esta tierra tuvo veces del Papa .. ., los que cada uno de estos bautizó pasada de cien mil. »De los sesenta que al presente son este año de I536 , saco otros veinte que no han bautizado, as( por ser nuevos en la tierra como por no saber la lengua , de los cuarenta (que) quedan, echo a cada uno de ellos a

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