BCCCAP00000000000000000000805

Ante esta claridad de razones y nobleza de motivos con los que procedían los misione– ros, es lógico que catedráticos de Historia de la Universidad de Madrid como Manuel Ba– llesteros Gaibrois, lleguen a afirmar que en el complejo fenómeno indiano-mexicano «había una sola conciencia de planificación en un sector bien definido, activo, inteli– gente y dinámico: la Iglesia. O si queremos, la conciencia religiosa y eclesiástica del ca– tolicismo español». PRIMERAS SALIDAS APOSTÓLICAS Y CATEQUESIS AL AIRE LIBRE Nos dice Motolinia que al principio como la gente era mucha y pocos los misioneros, «estábanse a motoncillos, así en los patios de las iglesias y ermitas como en sus barrios, tres y cuatro horas cantando y aprendiendo oraciones; y era tanta la prisa que por donde quiera que fuesen, de día o de noche , que por todas partes se oía cantar, y maravillaban mucho de ver el fervor con que lo decían, y la gana con que lo deprendían y la prisa que se daban a lo deprender; y no sólo deprendie– ron aquellas oraciones, sino otras muchas que saben y enseñan a otros con la doctrina cristiana; y en esto y en otras cosas los niños ayudan mucho». Los dos primeros anos los misioneros sa– lían muy poco de los pueblos donde residían, tanto porque no conocían la lengua ni la tie– rra, como por tener un traqajo absorvente en sus propias residencias. El primero que emprende nuevas rutas de evangelización es Fray Martín de Valencia que, ya en el primer año de la llegada, esco– gió un compañero que le hiciera de intér– prete y salió de México para los pueblos de la laguna del agua dulce. Afirma Motolinia que no sabían cuántos eran ni donde estaban. Esto sí que era roturación de campo en el doble sentido: en el geográfico y en el evan– gélico. ¡Cuántas veces se cumple en la vida del misionero la frase bella y exigente del poeta castellano: -«Caminante, no hay ca– mino; se hace camino al andar.» Así fueron estas primeras andaduras: « Y comenzando por Xochimilco y Coyoa– cán , ven(an lo.1· a huscar de los otros puehlos, y ro1-táhanle.1· con instancia que fues en a sus puehlos y antes que lle1-tasen los sa/(an a recihir, porque esta es su costumhre , y ha– llahan que estaha toda la 1-tente ayuntada; y lue1-to por escrito y con intérprete les predi– cahan y hautizahan al1-tunos niños, ro1-tc111do siempre a Nuestro Señor que su santa pa la– hra hiciese fruto en las ánimas de aquellos infieles, y los alumhrase y convirtiese a su santa fe. » Y LOS BRAZOS CANSADOS DE BAUTIZAR Y EN LAS MANOS CALLOS Y LLAGAS Más de dos años tardaron los misioneros en desarraigar las costumbres paganas y los ritos idolátricos en que habían envejecido los indios. Pero cuando la fe se abría paso en sus inteligencias y la verdad y la doctrina cristianas comenzaban a comprenderlas para que determinaran una nueva vida, po– demos afirmar que en la evangelización de la Nueva España se dio un auténtico caso de Pentecostés en «edición mexicana». Esta es la maravillosa descripción que nos hace Mo– tolinia: « Vienen al bautismo muchos, no sólo los domingos y d{as que para esto están señala– dos , sino cada d{a de ordinario, niños y adul– tos, sanos y enfermos, de todas las comar– cas_ Y cuando los frailes andan visitando , les salen los indios al camino con los niños en los brazas y con los dolientes a cuestas , y hasta los viejos decrépitos sacan para que los bauticen ... Cuando van al bautismo los unos van ro– gando, otros importunando, otros lo piden de rodillas, otros alzando y poniendo las manos, gimiendo y encogiéndose, otros lo demandan llorando y con suspiros. Asi– rnJsmo han venido y vienen muchos de lejos a bautizarse con sus hijos y mujeres, sanos y enfermos, cojos y ciegos y mudos, arras– trándose y padeciendo mucho trabajo y hambre, porque esta gente es muy pobre. Eran ·tantos lo-s que se bautizaban, que a los religiosos muchas veces les aconteda no poder levantar el jarro con que bautizaban – por tener el braza cansado; y aunque remu- 61

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz