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Tlaltelolco fuese un seminario de gramáticos aptos para llevar la enseñanza a los restantes obispados de la nación. Pero este era un proyecto y una empresa demasiado revolu– cionarios para aquel tiempo, razón por !u cual no le faltaron adversarios y enemigos. En este colegio estuvo de profesor, y en él instaló el gran laboratorio, el padre de la etnografía Fray Bernardino de Sahagún, esa gran figura excepcional y franciscano leonés también. Se ha escrito, y con razón, que sólo porque allí preparó sus obras inmortales «el nombre de Tlaltelolco debiera ser sagrado en todos los ámbitos de América». El Colegio de la Santa Cruz produjo erudi– tos indígenas tan acabados como los españo– les; y Montes de Oca hace notar que de ese colegio salieron alumnos graduados que lle– garon a ser «gobernadores nativos y alcaldes de poblaciones indias , maestros de indios y también a veces de españoles y criollos jó– venes» . ESCUELAS ESPECIALES DE ARTES Y OFICIOS En estos primeros años se comenzaron a cultivar las artes y oficios entre los indios, llegando a alcanzar un auge y desarrollo tan maravilloso como el que llegó a conseguir el benemérito Fray Pedro de Gante con sus discípulos . Todos los que han escrito sobre este particular coinciden en al abar la maes– tría y perrección con que los naturales aprendían a manejar las herramientas y a dominar las técnicas de los europeos. Afirma Salvador de Madariaga que «se en– señaban los oficios con tal asiduidad, que en muy poco tiempo se había constituido una clase numerosa de oficiales adiestrados en artes y oficios para cualquier especialidad, ya de lo bello, ya de lo útil». Este fomento de artes y oficios adquirió relieve especial en lo referente al culto y manifestaciones religiosas, desde la música al bordado, desde las artes plásticas a la jardinería y el decorado de los templos, in– cluyendo la manufactura de instrumentos musicales . LA OBRA TITÁNICA DEL ACUEDUCTO . DE CEMPOALA Éste es uno de los casos maravillosos, una obra colosal propia de titanes. Los oficios que habían aprendido los indios y los misio– neros que se lo habían enseñado, demostra– ría la utilidad práctica ante las necesidades que debían afrontar. Otumba y Cempoala firman un contrato sobremanera curioso e interesante. Cempoala tiene agua en abun• dancia, pero no tiene misioneros. Otumba, por el contrario, abunda en misioneros, pero sus habitantes y ganados se mueren de sed por falta de agua. El_ contrato se firma el 7 de febrero de 1553 . Entre los firmantes aparece el nombre de Fray Bernardino de Sahagún . Por él se El «padre» de la etnoRraf(a, el insiRne Fr . Bernar– dino de SahaRÚn . 53
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