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estos insignes profesores fue -como hemos visto- Fray Martín de Valencia. Tan asombrosos fueron estos pos itivos resultados que, cuatro siglos después, un mexicano tan significativo como José Vas– concelos, ocupando el cargo de Ministro de Educación en México, afirmó rotundamente que «el sistema educativo de los misione– ros ... no sólo no se ha podido superar, pero ni siquiera igualar». Esta gozosa realidad fue confirmada por cronistas civiles contempo– ráneos , nada sospechosos de parcialidad in– teresada y convencionafista. Así Gonzalo Fernández de Oviedo, cuando en su «Histo– ria General y Natural de las Indias » habla de la labor de los franciscanos con los indios «mostrándolos a leer y escribir e gramá– tica», y que ello es «para dar muchas gracias a Dios , ver los muchos monasterios de todos Órdenes , e los habilísimos indios mocha– chos e mancebos , que hay buenos latinos». PRIMER COLEGIO PARA NIÑAS -INDÍGENAS En 1530 lleg·a a México la primera expedi– ción de seis religiosas de clausura que profe– saban la regla de la Tercera Orden Francis– cana. Las seis procedían de Salamanca y llegaron en la expedición que conducía el franciscano Fray Antonio de la Cruz. La iniciativa de esta expedición se atri– buye oficialmente a la Emperatriz Isabel, esposa ·de Carlos V, pero a requerimiento tanto de Cortés como de Fray Juan de Zumá– rraga. Una de ellas, Catalina de Bustamante, «mujer de arranque», aparece en España en 1535 tratando de reclutar nuevas voluntarias para la enseñanza femenina en México, cu– yos éxitos y posibilidades mucho ponde– raba. Y a Fray Juan de Zumárraga hay que atri– buirle la primera experiencia de llevar a América «misioneros seglares», pues en 1534 llevó una expedición de maestras segla– res , solteras y casadas . Pero parece que no dieron resultados muy satisfactorios ante las dificultades que tuvieron que afrontar. Sin embargo , él sigue insistiendo, en otros escri- 52 tos de 1536 y 1537, en que vayan religiosas , monjas-maestras, que serían más sufridas y desinteresadas. En las casas o colegios-internados regidos por estas religiosas se recogían las niñas in– dias «de cinco años para arriba, a fin de evitar las abominaciones que cometían con ellas los caciques». TLATELOLCO: PRIMER COLEGIO MAYOR PARA INDIOS La primera institución que se fundó para dar enseñanza superior a indios notables fue el Colegio de Santa Cruz de Santiago Tlate– lolco . El desarrollo del sistema escolar en esta etapa misionera de México está prota– gonizado por dos figuras extraordinarias: la del hermano franciscano no sacerdote Fray Pedro de Gante, pariente del Emperador Carlos V, y la del Obispo-Arzobispo Fray Juan de Zumárraga, quien inauguró solem– nemente este Colegio el 6 de enero de 1534, con sesenta muchachos indígenas de cuya formación se encargaron los franciscanos. Los Obispos de México, en su carta colec– tiva de 1537, exp_resaron la esperanza de que Fr. Pedro de Gante, benemérito hermano fran cis– cano para la cultura de México.
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