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PLAGA DE ODIOS, LUCHAS Y MUERTES A finales de 1524 Cortés emprende la expedición hacia Honduras (Hibueras). Esta empresa ha sido calificada como «la más difícil que jamás emprendiera y que además de inútil, fue desastrosa para la Nueva Es– paña». Madariaga la llama «la equivocación más trágica de su vida». A su marcha surgieron los conflictos en– tre los españoles que habían quedado en México: odios, ambiciones y muertes . Esta trágica división llegó a tal extremo que Mo– tolinia en su «Historia» no duda en compa– rarla con una «verdadera plaga». Esta dé– cima plaga puso en peligro la obra de la con– quista y la vida de aquella naciente cristian– dad. Y todo ello por culpa de las ambiciones de un grupo de españoles. Éstas son las dra– máticas expresiones con las que lo narra Mo– tolinia: « Las divisiones y bandos que hubo entre los españoles que estaban en México, que fue lo que en mayor peligro puso a la tierra para se perder, si Dios no tuviera a los indios como ciegos . Y estas diferencias y bandos fueron causa de que se justiciaran algunos españoles, y otros fueran afrentados y des– terrados; otros heridos cuando llegaron a las manos, no habiendo quien les pusiese en paz, ni quien se metiese en medio, si no eran los frailes: porque esos pocos españoles que hab(an, todos estaban apasionados de un bando o de otro , y era menester salir frailes una's veces a impedir que no rompiesen , otras a meterse entre ellos después de tra– bados, andando entre tiros y armas con que peleaban, y hollados de los caballos .. . » LA FATÍDICA PRIMERA AUDIENCIA DE MÉXICO En torno a la gloria de Cortés habían comenzado a ladrar los enanos gozquecillos de siempre: la mezquindad de la envidia y la desmedida ambición de los incapaces, aspi– rantes perpetuos a las ganancias de los hé– roes y de los genios. 38 La Corte española, cuya política en lago– bernación de las Inélias había sido la de hacer que los legistas reemplazasen a los guerreros conquistadores,,-se sintió influida y empu– jada por las insidias que hasta ella habían llegado poniendo en duda la fidelidad de Cortés. Esto motivó la organización de la primera Audiencia, a cuyo frente fue puesto un hombre que, al parecer, tenía cierto pres– tigio en España, pero que en México se re– veló como un individuo sin ley y sin escrúpu– los: Nuño de Guzmán. Unidos a él figuran los nombres de Matienzo, Delgadillo y Gar– cía del Pilar, que tan triste fama habían de dejar. De Nuño de Guzmán se ha escrito que «fue, tal vez, el hombre más cruel y despre– ciable que jamás tuvo oficio de gobierno en México en toda la dominación española». En el mismo barco que conducía de Es– paña a México a varios miembros de esta primera Audiencia, navegaba otro misio– nero franciscano que iba a ser el primer Obispo y Arzobispo de México, el insigne y benemérito Fray Juan de Zumárraga. Venía además investido con el nombramiento de PROTECTOR DE LOS INDIOS. Llegó a México el 6 de diciembre de 1528. El panorama con que se encontró Zumá– rraga, y que ya estaban afrontando a todo riesgo los misioneros franciscanos allí resi– dentes, era indignante y desolador. He aquí algunas expresiones que hemos encontrado describiendo la situación caótica de esta etapa: «Los nuevos oidores oprimieron a los indios , les forzaron a trabajar para enrique– cerlos a ellos, les ponían marcas de hierro candente, y les enviaban en gran número como esclavos a las Antillas ... No tuvieron el menor respeto para las instrucciones que habían recibido del Emperador y violaron toda ley humana y divina... Desahogaban toda su mala voluntad y furia contra Cortés y sus partidarios, a quienes maltrataron bru– talmente.» · Los misioneros y el Obispo electo Fr. Juan de Zumárraga se pusieron de parte de la verdad y de la justicia, que en este caso estaban con Cortés y el grupo de sus fieles. Pero bastante caro lo iban a pagar.

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