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MÉXICO FRANCISCANO Se ha dicho que no hay en América un palmo de tierra que no esté hollado por una sandalia franciscana. Pedro Borges, en su obra «Los conquistadores espirituales de América», afirma que «Los hijos de San Francisco son los únicos que desde el co– mienzo mismo de la conquista se mantuvie– ron siempre en un amplio plan de vanguardia en todas las latitudes, y a una escala nunca igualada por las otras Ordenes religiosas in– dividual mente. La mitad al menos del ejér– cito y territorios misioneros de cada mo– mento les pertenece a ellos. Alguien ha di– cho que América es en tres cuartas partes franciscana». Y por lo que se refiere a la Nueva España hace esta afirmación: « Y México representa el campo misional franciscano por antono– masia. Desde que a raíz mismo de la con– quista (1524) comenzaron en él la fundación de la Igles ia de una manera sistemática, los franciscanos se volcaron en la región con un entusiasmo y unos métodos misionales que constituyeron el modelo para' el resto del continente americano.» Vamos a dar dos versiones del relato de la llegada de la famosa expedición de los DOCE. Esta primera corresponde a la «Re– lación de la venida» en la que Don Fernando de Alva IXTLILXOCHITL, recogiendo la versión azteca del acontecimiento, nos ha legado el siguiente testimonio de su llegada a Nueva España: «En el año de 1524, que los naturales lla– man CHICUACEN TECPATL (pedernal número 6), casi a la mitad del año llegaron a esta tierra Fray Martín de Valencia, vicario del Papa, con doce compañeros religiosos del Orden de San Francisco, que fueron los primeros que convirtieron y bautizaron los naturales según la ley evangélica. Envió Ixtlilxochitl, Quauhtemoc, y los demás señores así como tuvieron noticia que habían llegado al puerto, sus mensajeros para recibirlos y proveerlos de todo lo nece– sario para el camino. Llegados los enviados les dieron la bienvenida de la parte de sus señores, y por todo el camino les vinieron sirviendo; y en donde quiera que llegaban los 30 recibían con mucha fiesta y regocijo los na– turales. Tres leguas antes de llegar a Tex– coco, les salieron a recibir Cortés y Ixtlilxo– chitl, y los demás señores y españoles ... Y este día, que era víspera de San Antonio de Padua, se celebraron sus vísperas con mucha solemnidad, que fueron las primeras que sucedieron en esta tierra, y el día si– guiente la misa cantada con mucha pompa, que fue la primera que dijeron allí estos reli– giosos en la Nueva España, hallándose en ella Cortés y todos los españoles, e lxtlilxo– chitl con todos los señores sus hermanos y deudos, que oyeron con mucha atención la misa...» CORTÉS SE ARRODILLA DELANTE DE FRAY MARTÍN DE VALENCIA Como complemento de esta versión de la tradición azteca, queremos consignar la que hace el gran cronista y testigo presencial de los hechos, Berna) Díaz del Castillo, con una precisión de datos y, detalles realmente emo– cionantes: «Como Cortés supo que estaban en el puerto de la Veracruz', mandó en todos los pueblos, así de indios como donde vivían españoles, que por donde viniesen les ba– rriesen los caminos, y donde posasen les hiciesen ranchos, si fuesen en el campo; en poblado, cuando llegasen a las villas o pue– blos de indios, que les saliesen a recibir y les repicasen las campanas, que en aquella sa– zón había en cada pueblo, y que todos co– múnmente después de les haber recibido les hiciesen mucho acato, y que los naturales llevasen candelas de cera encendidas, y con cruces que hobiese y con más humildad; y porque los indios lo viesen, para que toma– sen ejemplo, mandó a los españoles se hin– casen de rodillas a besarles las manos y hábi– tos y aún les envió Cortés al camino mucho refresco y les escribió muy amorosamente. Y viniendo por su camino, ya que llegaban cerca de México, el mesmo Cortés, acom– pañado de nuestros valerosos y esforzados soldados los salimos a rescibir. Juntamente fueron con nosotros Guatemuz, el señor de
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