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FE Y RELIGIOSIDAD DE HERNÁN CORTÉS Y DE LOS OTROS CONQUISTADORES El 23 de octubre de 1518 , Diego Ve– lázquez , entonces Gobernador de Cuba, daba una Instrucción a Hernán Cortés al salir éste para la conquista de México. En ella le decía: «Primeramen te, el principal motivo que vos e todos los de vuestra compañía habeis de llevar es y ha de ser que en es te viaje sea Dios Nuestro Señor servido y alabado e nues tra santa fe ampliada ... » Item: pues sabéis que la principal cosa por que sus Altezas permiten que se descubran tierras nuevas es para que tánto número de almas como de innumerable tiempo acá han es tado e están en estas partes perdidas fuera de nuestra santa Fe por falta de quien della les diese verdadero conocimien to; trabaja– reis por todas las maneras del mundo, si por acaso tanta conversación con los naturales de la s islas y tierras donde vais, hubiéredes, para les poder informar della , como conoz– can a lo menos faci éndoselo entender por la mejor orden e vía que pudiéredes, corno hay un solo Dios criador del cielo y de la tierra y de todas las otras cosas que en el cielo y en el mundo son; y decirles heis todo lo que en es te caso pudiéredes y el tiempo para ello diere lugar y todo lo que más y mejor os pareciere que al servicio de Dios Nuestro Señor e de sus Altezas conviene. » ¿Es realmente este texto una recomenda– ción de un jefe conquistador a uno de sus súbditos, o más bien parece un consejo de un superior religioso a uno de sus frailes que marcha a zona de misiones ... ? Hernán Cortés y sus huestes llegaron frente a los arenales de San Juan Ulúa el 20 Jueves Santo de la Cena, día 21 de abril de 1519. Desembarcaron el Viernes Santo de la Cruz . Como hecho externo manifestativo de su fe, que había de ser norma general en todas sus conquistas , levantaron una cruz, hicieron un altar y colocaron la imagen de la Virgen María. Iba de capellán en la expedi– ción cortesiana el mercedario Padre Fray Bartolomé de Olmedo . Habían llegado a re– cibirles y darles la bienvenida las embajadas enviadas por Moctezuma, Teuhtlilli y Cui– tlalpitoc. ALA HORA DEL AVE MARÍA, TODOS DE RODILLAS ANTE LA CRUZ Berna! Díaz del Castillo, con su sencillez y naturalidad emotivas , nos narra un acto reli– gioso y una predicación misionera realiza– dos en estos primeros días ante las embaja– das indígenas : «Era hora del Ave Marta, y en el real ten(amos una campana, y todos nos arrodi– llamos delante de una Cruz que teníamos puesta en medio de un médano de arena el más alto, y delante de aquella Cruz deda– mos la oración de la Ave María. Y como Tendile y Pitalpitoque nos vieran as( arrodi– llados, como eran muy entendidos, pregun– taron que a qué fin nos humillábamos de– lante de aquel palo hecho de aquella ma– nera ... Y entonces se les hizo un tan buen razonamiento que unos teólogos no lo dije– ran mejor... ; cómo somos cristianos y todas las cosas tocantes a nuestra san ta fe. »

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