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EN TIERRA DE NADIE, Y SOLO DE DIOS Fray Martín de Valencia se incorporó a la Custodia franciscana de la Piedad, cuyo tras– lado hartos trabajos le costó el conseguirlo. Regía esta Custodia el Padre Fray Juan de Guadalupe, de santa memoria. Este superior tenía facultad del Papa para recibir en sus conventos a los religiosos que desearan vivir con mayor austeridad la observancia de la regla franciscana. Esto les había suscitado «muchas contradicciones y muchos contra– dictores» por parte de otras Provincias y otros religiosos. Creció tanto esta oposición, que se llegó a convertir en persecución; hasta el punto de que éstos recurrieron a los Reyes Católicos y al Rey de Portugal «para los echar de sus reinos». «Les fueron tomadas las casas y monasterios, y algunos dellos derribados por tierra, y ellos perseguidos de todas par– tes .» Fray Martín y los demás compañeros tu– vieron que refugiarse en «una isla que se hace entre dos ríos, que ni bien es en Castilla ni bien en Portugal . Los ríos se llaman Tajo y Guadiana, adonde pasando harto trabajo es– tuvieron algunos días, hasta que pasada esta persecución y favoreciendo Dios a los que celaban y querían guardar perfectamente su estado , tornaron a reedificar sus monaste– rios, y añadir otros , de los cuales se hizo la Provincia de la Piedad de Portugal, y queda– ron otras cuatro casas en Castilla». FRAY MARTÍN ES LLAMADO POR LA PROVINCIA DE SANTIAGO «En este tiempo los frailes de la Provincia de Santiago rogaron a Fray Martín de Valen– cia que tornase a su Provincia, y le darían una casa cual él quisiese, en la cual pusiese toda la perfección y estructura que él qui– siese». Lo acepta Fray Martín y junto a Bel– vís construyó un monasterio que se llamó Santa María del Berrocal, «adonde moró al– gunos años, dando tan buen ejemplo y doc– trina así en aquella villa de Belvís como en toda aquella comarca, que le tenían por un apóstol, y todos le amaban y obedecían como a un padre.» Pero a Fray Martín le seguían hostigandb en la inteligencia y en el alma la visión que había tenido de las muchedumbres de indios y su conversión a la fe. ¿Alguien podría ani– mar su esperanza. .. ? A su conocimiento había llegado la cre– cida fama de santidad que por aquellos días gozaba una sierva de Dios en Barco de Avila, «a quien el Señor comunicaba mu– chos secretos». Y Fray Martín decide ir a visitarla para tomar su parecer y consejo sobre el cumplimiento de su deseo de ir mi– sionero entre infieles. Oída su embajada y encomendándolo a Dios respondióle: «Que no era la voluntad de Dios que por entonces procurase la ida, porque venida la hora de Dios le llamaría, y que de ello fuese cierto.» Aún faltaban tres años para que Hernán Cortés llegase a las playas de Veracruz y comenzase la conquista de México. Pero los acontecimientos se iban aproximando. FRAY MARTÍN, PREDICADOR CON FAMA DE SANTIDAD En el Capítulo de 1516, Fray Martín de Valencia es destinado al monasterio de San Onofre de La Lapa, que estaba «a dos leguas de Zafra en tierra que era del Conde de Fe– ria». Este mismo Conde, conocedor de la fama de santidad de Fray Martín, rogó a los superiores que le enviasen a predicar a los familiares, caballeros y súbditos de las casas de Feria y de Priego que hacía poco se ha– bían unido, pero que el elemento humano «estaba muy discorde». Toda una cuaresma estuvo Fray Martín predicando y confesando, y «también con– fesó al marqués, y puso tanta concordia y paz entre las dos casas, que más les parecía a todos ángel del Señor que no persona te– rrena, y así todos atribuían a sus oraciones aquella concordia de las dos casas. También hizo mucho fruto en los vecinos de aquel 15
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