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Juventud con ilusión de vida y esperanza de una mejor historia. Al frmdo las ruinas del Castillo de Coyanza y la torre y fachada del Cole1;io de PP. A1;ustinos. cuando celebraba la santa misa que no con– sagraba y no quería comulgar. Este tormento del espíritu afectó a su sa– lud del cuerpo, por lo que ya no podía ni comer ni dormir. Estaba al borde de la ruina de su salud física y a un paso de la locura. EL AVISO DE DIOS EN LOS LABIOS DE UNA MUJER Bendita la buena mujer de Robleda y el día en que Fray Martín, andando las cuatro le– guas que separaban su convento de este pe– queño lugar, llegó a pedir limosna. «Ay Padre ... !¿Y vos qué habéis? ¿Cómo andáis que parece que queréis expirar de flaco, y cómo no miráis por vos que parece que os queréis morir?» Esta advertencia de la buena mujer le hizo abrir los ojos como quien despierta de un molesto sueño. Entonces se dio cuenta de la tentación en que le tenía envuelto Satanás. Y aquí dio la vuelta su vida. Volvieron la sere– nidad y la paz a su espíritu. Recobró el gusto y la alegría en la soledad con los árboles y los pájaros, que parecía se sentía en un paraíso. HORIZONTES MISIONEROS EN LA VIDA DE FRAY MARTÍN «Trá.Jole Dios a un amor entrañable del prójimo , tanto, que por el amor general de la s ánimas vino a desear padecer martirio, y pasar en/re los infieles a los converlir y pre– dicar.» MOTOLINIA En esta etapa de su vida religiosa se con– venció Fray Martín , particularmente medi– tando y orando en tiempo de Adviento, de que no sólo era importante su alma y de que Cristo no sólo había venido para salvarle a él. Había otras muchas almas de las que debía preocuparse y tratar de ayudarlas en su salvación. Estaba naciendo en su alma la vocación misionera entre los infieles . 13
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