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Séptimo domingo «El primer hombre, Adán, se convirtió en ser vivo. El último Adán, en espíritu que da vida» (1 Cor. 15,45). ALGO MAS QUE DUALISMO De sobra es conocida la influencia que el dualismo helénico ha tenido en el cristianismo, ya desde los primeros años de su an– dadura sobre la tierra. Lo cual hasta cierto punto es lógico, pues los cristianos son hombres encarnados en el mundo, y quieran o no -y a pesar de todos sus esfuerzos- la influencia del ambiente es inevitable. El dualismo no era una creac1on helénica, venía de antiguo, de las religiones orientales, que consideraban al cuerpo, a la materia, como principio del mal, y al espíritu corno el principio del bien. Estas ideas marcaron un fuerte impacto en las ideas cristianas a través del maniqueísmo. Y aunque esas herejías fueron superadas, sin embargo han dejado su contaminación en el cristianismo. Y esas ideas han teñido, a veces, de un cierto pesimismo respecto al cuer– po a una determinada ascética. Puestos a hurgar, encontraríamos en el mismo San Pablo ya estas influencias helénicas. Pero preferimos ver en la carta de hoy de San Pablo un mensaje hacia la perfección. Hacia esa meta señalada por Cristo en su paso por la tierra. Por tanto digamos que el hombre -cuerpo y malma- es bueno. Porque Dios lo ha creado tal cual, y «vio Dios que era bueno», y hay que recordar lo de San Agustín: «Toda naturaleza, en cuanto na- 80

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