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Cuarto domingo «En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor» (1 Cor. 13,13). AMOR SE ESCRIBE CON ... Ya saben cómo decía Jardiel Poncela que se escribía el amor. Pero siguiendo el texto de la epístola de San Pablo podemos decir que amor se escribe con minúscula. No porque no sea importante. Entre las virtudes más importan– tes, el amor es la primera, nos lo recuerda la misma carta de hoy. Pero ... , es que tenemos del amor un falso concepto. Creernos que es como un relámpago en la noche de la vida que incendia los corazones. Que es un gesto heroico en un momento único. Diría– mos la vida en ese momento fulgurante. Creemos que el amor es el flechazo que nos entra por los ojos. Eso pueden ser caricaturas del amor. Fuegos de artificio que brillan bellamente un instante y nada más. Así ama cualquiera. Lo difícil es ir amando toda la vida. Es dar la vida no de una vez, sino poco a poco. Ese amor que nos escribe San Pablo y que ciertamente haría más grata la vida y la convivencia entre los hom– bres. Un amor comprensivo. Que no me quiera a mí para él, sino que trate de comprenderme a mí bajo mi punto de vista, bajo mi am– biente, en mi circunstancia. ¿Sa dan muchos amores así? Puede ser el amor del padre que se pone en lugar del hijo. Que se acuerda de sus años juveniles cuando tenía la cabeza a pájaros, pero con más pelo. Puede ser el amor de la esposa que se pone en lugar del es– poso. Que viene fatigado a casa, con hambre no sólo de pan ma– terial, sino también de reposo, de paz, de un poco de sosiego y de ese amor con minúscula que es la lámpara del hogar: el cariño. 74
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