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a sus discípulos que no querían dejar ni predicar ni hacer milagros a quien los hacía en nombre de Jesús, porque no era de los suyos, que no lo hicieran. Y cuando Santiago y Juan querían hacer des– cender fuego del cielo para arrasar a los samaritanos que no les acogieron, les reprendió y les dijo: «No sabéis de qué espíritu sois.» Esos arranques inquisitoriales y destructivos los tenemos nos– otros de cuando en cuando y los queremos culminar en nombre de Cristo. Estamos muy lejos de Jesús cuando eso hacemos. Hoy, como ayer y como siempre, Cristo desea la diversidad entre sus fieles. Pues él mismo nunca se repite en la creación de los hombres. Cada individuo es diferente a su hermano gemelo. Y los mismos santos que quieren seguir a Cristo lo más fielmente son muy distintos los unos a los otros. «Dios, cuando hace un santo, rompe el molde.» No como nosotros, que los hacemos en serie, y a San Antón le ponemos un cerdo y a San Antonio un lirio. Pues bien, llegamos a una reunión cualquiera de cristianos, a una iglesia doméstica, que lo es cualquier familia cristiana, y re– sulta que nos estamos peleando por mil tonterías, porque aun sobre las cosas de religión tenemos diversas opiniones. Que si los ritos, que si las costumbres, que si las modas, que si antes, que si ahora ... ¿Cosas esenciales? No. Pues bien, cada cual tiene su don y su opi– nión, y que la siga, que hace bien. Esa diversidad enriquece a la Iglesia, en vez de empobrecerla. El inmovilismo siempre le ha hecho mal. Pues la Iglesia es, sobre todo, espíritu, despliega sus alas, se remonta y sopla por donde quiere, y levanta cada huracán que me río yo de los ciclones del Caribe. Ahora estamos dentro de unos ciclones. Quien quiera ver la mano de Dios en ello, lo cual para mí es evidente, se da cuenta que caminamos hacia adelante. Que la fe de las gentes no se ha empobrecido, sino que se ha enriquecido. Se ha purificado de mu– chas cosas que ni eran verdades de fe ni nada que se le pareciese. ¿Que algunos la han perdido? Quizá, pero ¿la tenían? ¿O era una rutina, una costumbre, una herencia, una inercia.:.? Lo que importa es mantenerse fiel al espíritu. 71
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