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Corpus Christi «Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido» (1 Cor. 11,23). EL DIA DEL AMOR Las cartas de amor más famosas las escribió San Pablo. La de hoy también es una carta de amor, pues nos habla de la explosión eucarística del amor. Comienza así: «Hermanos: Yo he recibido una tradición ... » Para nuestros fines nos basta con esto. Porque hoy lo que se discute es el valor de una tradición. To– dos los que saltan a la palestra de la vida con bombas en la mano o ideas en la cabeza creen haber inventado la pólvora. San Pablo fue el más revolucionario de los apóstoles. Y, a pesar de su innovación, quiere engancharse bien en ese eslabón de oro o de hierro de la tradición. Convenzámonos que por mucho que pensemos ser no somos nada más que un eslabón en la gran cadena de la vida y de las generaciones. Nos une, nos debe unir. el amor. Corpus Christi, el cuerpo de Cristo, es un eslabón divino en medio de la gran cadena de los hombres. Nosotros lo hemos pro– clamado el día del amor. En este año santo partimos desde las raíces del gran árbol del amor y hablamos de reconciliación. Cuando hay una guerra declarada es fundamental empezar en la reconciliación. Pasar de la sangre al amor sin el puente de la re– conciliación es hundirse para siempre. No pretendemos, de momento, la reconciliación del mundo. Esa es la gran meta, no podemos olvidarla. Pero somos más modestos, prácticos y realistas. Queremos comenzar por esa célula funda– mental en la gran colmena humana: la familia. Admitimos tensiones dentro de los cien metros cuadrados de la vivienda familiar. La tensión generacional es un hecho. La guerra está declarada. Y todos piensan tener razón. Hasta que no reconoz- 66

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