BCCCAP00000000000000000000804

Tenernos que trabajar ya desde ahora, para que no exista el hambre, ni la sed, ni la pobreza, ni el dolor... , y retrasar todo lo po– sible la muerte. Trabajar por esto es trabajar por el cielo. Hay muchas palabras del Evangelio que nos lo aseguran, sin olvidar el juicio definitivo del Señor. Nuestro Reino, el de los cristianos de ahora, es un Reino en– revesado y alargado: es un Reino escatológico. Palabra que quiere significar que comienza aquí y tiene su consumación en la otra vida. Querer prescindir de este mundo sería prescindir de una parcela importante de la viña del Señor. Debernos comprender que trabajar por un mundo mejor aquí es cumplir la voluntad de Dios, es presentar la faz completa del Evan– gelio y es estar más cerca del credo del pueblo de Dios. El pueblo de Dios no conoce fronteras, ni razas, ni colores. Otra idea que preside la liturgia de hoy. Pero tampoco podemos dejarlo para el más allá, como se nos asegura en el Apocalipsis. De eso estamos ciertos. Pero la Iglesia tiene que trabajar para que eso comience a ser una realidad aquí. La Iglesia nunca ha sido racista. Habrán podido ser -o podre– mos ser- clasistas los eclesiásticos. Pero racistas nunca. Sería renegar del Evangelio. En todos los siglos la Iglesia ha dado ejemplo de cruzar todas las fronteras, todos los abismos raciale~ para abrir las páginas de su Evangelio a todos los hombres. · Hoy también, cuando la Iglesia en la actualidad cruza ciertas fronteras políticas, está cumpliendo esta misión. Aunque muchos no la comprendan y le cuelguen la etiqueta de mil insultos, como un «inri» sobre su frente Pero hoy, como ayer, y como mañana, la Iglesia será para todos los quei, por lo menos, manifiestan un mínimo de buena voluntad. 53

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz