BCCCAP00000000000000000000804

Cuarto domingo «Cuando Cristo entró en el mundo dijo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias." Entonces yo le dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad"» (Hebr. 10,5-7). COMO UN HOMBRE CUALQUIERA Esta parte de la carta a los hebreos nos presenta la faceta huma– na de Cristo. Cristo -Dios y hombre verdadero- quiere entrar, para no asustarnos, como uno cualquiera. Por eso, todo aquello de nacer dentro de una familia, de nacer como un pobre que a nadie amedren– ta, de vivir dentro de una institución familiar y social. Es intere– sante contemplar todo esto dentro de la Navidad, porque nosotros -los hombres limitados- tenemos el peligro de dividir y subdividir a Cristo. O exaltamos tanto la divinidad que achicamos u olvidamos su humanidad. O todo lo contrario. Bueno será considerar a Cristo, según nos dice una de las profesiones de fe, verdadero Cristo y verdadero hombre. Aquí resalta la carta, esta faceta humana de Jesús. Pero con un mensaje divino. Llega para cumplir una misión. Determinada, concre– ta, insustituible, divina. Como cualquiera de nosotros. 14

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz