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Solemnidad de Cristo Rey «El nos ha sacado del dominio de las tinie– blas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados» (Colosen– ses 1,13-14). ¿QUE CLASE DE REY ERES TU? El conferenciante levantó en su diestra el bastón. Era un bastón rematado en oro y en hierro. En su empuñadura tenía una preciosa corona de oro, que rebrillaba esplendente bajo la luz de los focos. Al final, la madera estaba rematada con una contera de hierro man– chada de barro. El conferenciante levantó el bastón y dijo: «¿Veis este bastón? Cuando los reyes gobiernan, dominan a las gentes, el pueblo está bajo su trono, está para tributar oro a su corona. Vienen las revolu– ciones, se destrona a los reyes, se funden sus coronas de oro y se implanta un Gobierno revolucionario. Se ha dado un giro total. Los reyes quedan por tierra. A veces sus cabezas ruedan por los suelos. Pero entonces se levanta un Gobierno de hierro y, al fin y al cabo, el pueblo, la masa sufrida, queda también debajo.» Una interpretación caricaturesca de la historia. Cristo no quiere estar ni arriba ni abajo, quiere estar en el me– dio. Se mezcló con el pueblo durante su vida pública allá, en Israel. Rechazó cualquier honor que pretendían tributarle. Se escondió cuan– do quisieron hacerle rey al modo humano. Cargó con una cruz y sobre ese trono de ignominia fue puesto el gran letrero imborrable: «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.» la historia sigue. Cristo quiere seguir siendo el Rey de los Pue– blos todos, del pueblo en general, de los hombres. Su fiesta de hoy 134

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