BCCCAP00000000000000000000804

Vigésimo noveno domingo «Querido hermano: Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado» (2 Tim. 3,14). ¿NO SABEIS? Vale el consejo de San Pablo a Timoneto para cada uno de nos– otros, aquí y ahora. Perdemos mucho tiempo en discusiones ba– ladíes, y vamos olvidando lo esencial. Eso que es el bloque de lo revelado, lo transmitido por las Escrituras, por la Iglesia, y que tiene vigencia aquí y ahora. En lo demás, ¡cuánta ignorancia entre los cristianos! Después de tantos siglos de cristianismo, nosotros seguimos ignorando, o como si las ignorásemos, las grandes verdades que podrían transformar nuestra vida. Por ejemplo, esto de que somos templos de la Santísima Trinidad. Que habita en nosotros. Que so– mos auténticos portadores de Dios. Lo del Cuerpo Místico de Cristo, de lo cual se predica y escribe ahora mucho, uhora más que antes, pero que con ser tan antiguo como Cristo apenas si ha penetrado dentro de nosotros. Eso de que Cristo vive en nosotros y nosotros en El. Es tan grande, y sus con– secuencias tan divinas, que casi no nos cabe en la cabeza. Y, sin embargo, es Así otras muchas cosas. Por todas esas verdades, sí merece la pena romperse la garganta. No por otros problemas que son como sucedáneos de estas grandes verdades. Pero a veces administramos a los cristianos pastillitas insignificantes, muy bonitas y doradas, como para adormecerlos. O para embravecerlos. Estamos disputando por mil tonterías tan accidentales, tan accidentales, que no sé cómo perdemos el tiem– po. Pues el tiempo de la vida, de la predicación o evangelización, es limitado. Y si decimos una cosa no podemos decir otra. Si nos gastamos en fuego de artificio no podemos, luego, alumbrar a los demás. 124

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz