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Vigésimo sexto domingo «Practica la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe» (1 Tim. 6,11). EL COMBATE DE LA FE San Pablo nos habla hoy del combate de la fe. No es un consejo sólo para aquellos tiempos de persecuciones y martirio. Es un consejo también para hoy. Porque el combate de la fe está dentro de la misma fe. La fe no es como un colchón flex -y valga la comparación tan comercial-, donde uno se instala y descansa tranquilo, parapetado en unos cuantos dogmas. La fe es una semilla divina que Dios ha puesto por cualquier medio providencial en nuestra alma y tenemos que ir desarrollándola. Toda semilla tiene que pasar por mil avatares hasta que llega a su madurez. Cuando alguien dice esta frase tan repetida: «Nos hacen perder la fe», indica simplemente que no tiene una fe combativa y que está muy lejos de haberse desarrollado en la fe. Nuestros tiempos son combativos eminentemente en los campos de la fe. Por aquellos que son maestros en la Iglesia se vierten mil opi– niones, algunas contradictorias. Ante esto hay muchos que reaccionan diciendo: «No sabemos a qué atenernos.» «¿Por qué no hablan de una manera definitiva y clara?». Sencillamente porque no se puede. Porque la fe es una vida y toda vida exige un desarrollo cambiante. No podemos esperar a que los demás nos resuelvan nuestro problema de fe. A lo sumo que podemos aspirar es a que nos den unas pistas. 118
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