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Vigésimo quinto domingo SIN EXCLUSIVISMO «Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador e,:itre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos» (2 Tim. 2,5-6). Las palabras de San Pablo, en su carta de hoy, son claras y terminantes: «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.» Dios no da la salvación a cuentagotas. Dios no• sabe de discriminaciones, ni colores de pieles. Puede haber -los hay- muchos negros que tienen el alma muy blanca. Y al revés. La salvación no es obra matemática, sino misericordiosa. Es pura gracia de Dios. Las matemáticas las hemos inventado los hombres. Y las hemos querido aplicar a la salvación de los hombres. Hay muchos libros por ahí que tratan del gran número de los que se salvan. O de los pocos que se salvan. A veces tergiversan pasajes de la Escritura para apoyar sus teorías. La cosa es más clara y esperanzadora: «Dios quiere que todos los hombres se salven.» Su deseo no es mera teoría, hay toda una vida vertida en sangre para que la redención fuera una realidad. El rostro del crucificado es muy serio para que nosotros tomemos a broma sus deseos de salvación de los hombres. 116
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