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-96- en lo más recio del tiroteo rompió a llorar y decía que no estaba pre– parada para morir. Entonces Sor Beatriz, con la entereza y la convicción profunda, que caracteriza a las almas grandes le dijo: «Pero criatura, ¿qué te~ mes? ¿no sabes que la sangre es un nuevo bautismo?» Esta sola· frase revela-como decíamos antes-su disposición de ánimo. « Por el carnina que quieras voy» había dicho muchas veces a Jesús y ahora llegado el momento era consecuente y le obedecía con la decisión de un alma santa. y que se ha entregado por comple– to en manos de la Providencia. Pero en los designios de Dios no había sonado aún la hora para las religiosas Concepcionistas de Sagasti. Debían agotar antes hasta la últinia gota, el calíz del sufrimiento moral y físíco. El tiroteo, des-, pués de un rato, cesó sin mayores consecuencias para las monjas. Dos días después la comunidad recibió la visita de su demanda~ de'l.'a. Aquel mismo día habían fusilado a un coadjutor de la parroquia de Covadonga. Se enteraron también por ella del horrible saqueo que sufrió su convento y esto último sobre todo les llenó de pena. Con él perdfon para siempre las cosas que las unían a este mundo y en las cuales ciertamente habían depositado algo de su corazón. Las mismas religiosas, desde su piso, pudieron ver las llamas que reducían a escombros su querida .parroquia de Covadonga. Esta szrie de acontecimientos y otros muchos que estaban suced diendo en los distintos barrios madrileños, indujeron a la demanda– dera a presentarse en el piso, y hacer ver a la Madre el peligro que suponía estar la comunidad reunida. La Madre estuvo a la altura de las drcunstancias. Comprendió efectivamente que la situación de Comunidad era comprometida si seguía junta y díó libertad a las religiosas que tuvieran familiares en Madrid para que se refugiaran en sus casas. Sor Beatriz fué recogida por la misma familia donde estuvo cuando las elecciones de Febrero. Sor M.ª del Sagrario que fué quien se la llevó consigo, nos da cuenta de los trámites que hicieron sus familiares: «Desde esta época -febrero del 36-la consideraban mis hermanos como de la familia. Y así al iniciarse el movimiento nacional fué mi cuñado al piso don– <le nos habíamos refugiado y le dijo a la R. Madre qne él podía tener
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