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-95- "drá olvidarlo. Nadie podrá reprimir un temblor en su alma y en su ,,cuerpo al remover en su recuerdo las imágenes madrileñas de los primeros día!I de la guerra. Hay que tener también en cuenta que muchos marxistas lucha– ban de buena fe contra los «paces» facciosos; pero otros muchos, sobre todo entre los dirigentes, tomaron de aquí pretexto para auto– ·rizarse a sí mismo y a sus amigotes toda clase de robos, matanzas y violaciones. Cuando se intentaba un registro general o detener a un número dtterminado de personas ya localizadas, se simulaba unos cuantos · disparos salidos de los balcones y azoteas. Desde el momento que se producía este simulacro de tiroteo, los núcleos de mílicianos cri– minales tenían ya .vía expedita para sus trágicos allanamientos de domicilios y para incautarse de personas que ansiaban hacer vícti– mas de sus ambiciones inconfesables. Nuestras monjitas tuvieron que sufrir una de estas jugarretas, aunque por lo que sucedió, la comedia macabra í10 se hizo apuntan– do a ellas como presa. El 21 de Julio, cuatro días después de su salida, se produjo un horrendo tiroteo contra la casa donde se hallaban, Los demás vecinos se refugiaron en el ascensor, pero ellas como no podían salir lo aguantaron en sus habitaciones. En lo más recio de la granizada, sinceramente pensaron que había llegado su fin. La M. Superiora cogió 1a «La Remendadita» -una estampa mi– fagrosa guardada con veneración en el convento de Concepcionis– tas- y en presencia de ella se pidieron las religiosas mutuamente perdón. La Superiora, previendo que los milicianos entrarían de un mo– .mento a otro en el piso y se produciría fa dispersión general de las religiosas y con la dispersión se incrementaría también los peligros del alma, exhortó a las religiosas a · que siguiesen constantes en la virtud y que se preparasen para dar la vida, si necesario fuera, por la salvación de España. En medio de esta confusión se produjo un incidente que nos ha ,conservado Sor M.ª del Sagrario y que revela ~admirablemente el temple, la valentía y la pronta disposición de nuestra hermana para el martirio. Una religiosa, que después tuvo la desgracia de no perseverar1
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