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-87;- -así escribía en una 0 "de sus cartas Sor Beatriz a su hermana Flo;. rentina-de sacarlas una fotografía. Al principio Sor María del Sagrario se opuso por parecerla algo impropio de ellas y no exento de vanidad. Nuestra hermana con su habitual clarividencia de las cosas vió inmediatamente el. lago prt.c– tico de aquella fotografía. «Sí nos conviene tenerla~decía a Sor Ma– ría del Sagra,rio--'-porque si nos matan servirá de mucho consuelo ,para nuestras familias este recuerdo». Nunea agradeeeremos lo sufieieiente esta feliz oeurrencia de Sor ·Consuelo, hermana de Sor M;ª del Sagrario y actualmente religiosa <le la Caridad. Gracias a ella podemos hoy eonocer a nuestra her– 'illana en una magnífica fotografía. Quede aquí mi agradecimiento y el de mi famÚia a su delica- · ,<leza y ·a su ocurrenciá. Los caramelos.u El tres y cuatro de mayo de 1936, las religiosas Concepcionistas ·vuelven a vivir días de temor y sobresalto. Células comunistas hacen circular la infame .notkia de que «unos fascistas y damas de la Catequesis» habían repartido earamelos en– venenados a varios niños de familias obreras en la barriada de Cua– tro Caminos y que cinco de esos ni.ños habían ya fallecido en la Ca– sa de Socorro de la glorieta de Ruiz Jiménez y otros agonizaban en €1 Colegio de la Paloma. · Lejos de rechazar la especie a todas luces falsa, las autoridades se prestaron a indagar, lo cual era tanto eomo admitirla. A las cinco de la tarqe se eneamina hada la meneionada casa ,de soeorro una manifestación tumultuosa. El diputado .sodalista Wenceslao Carrillo hace que un grupo de manifestantes recorra las dependencias del eentro benéfico. Se cercioran todos mediante la inspección de los registros de entrada y salida, q.ue se trata de una criminal impostura, pero suena de improviso un disparo que inmediatamente se encargan los revoltosos de hacer creer que ha .sido hecho desde la antigua ermita de los Angeles. Acto seguido rocían las puertas con gasolina y si .no arde, el

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