BCCCAP00000000000000000000803

-58- des musicales el sentido sobrenatural de que antes hablábamos. Por eso sus reacciones frente a los éxitos o los fracasos eran algo muy distintos de las que se observan ordinariamente en los profesionales de este arte. Cuando cantaba tiernos motetes a Jesús Sacramentado, cuando ejecuta una delicada estrofa a la Virgen, etc., vivía lo que cantaba, lo sentía con toda su alma profundamente religiosa. Es pues muy acertada la frase de Sor Rosario de que «cuando cantaba parecía un angel».Sor Beatriz era. un angel con su voz dulce y atiplada, pero sobre todo era un angel en la ternura y sentimiento que imprimía a la ejecución de sus cantos. Y precisamente porque ponía en estas actividades artísticas la resonancia y ternura de su alma grande y vió en ellas, sublimes con– ductos para expresar los sentimientos más cariñosamente abrigados en el corazón, tenía especial preferencia por ciertas canciones reli– giosas. Eran éstas las que expresaban finamente los sentimientos y aspiraciones predominantes en su corazón. Sabiendo por .tanto los cantos que más le gustaban podemos de algún modo entrar en el santuario inmaculado de su alma y conocer los sentimientos que allí gozaban también de preferencia. Sobre todo, hacia el fin de su vida, de aquella vida tan breve– veintiocho años-y tan copiosa en frutos sobrenaturales, Sor -Beatriz no podía ya encerrar dentro de sí el amor inmenso a Jesús y se des– ahogaba por medio de tiernas canciones. Hay un himno que según testimonio de las religiosas le agrada– ba de una manera especial. El himno de la entrega absoluta y de la absoluta indiferencia en las manos de su Jesús. «Divino pecho cuanto rne amas que así me inflamas siendo el que soy. Perdón y gracia, dador divino POR EL CAMINO QUE QUIERAS VOY». Y cuando barrunta en su espíritu la proximidad del sacrificio, con su voluntad siempre en las manos de su Divino Esposo y el corazón ardiendo en deseos de darle muestras extraordinarias de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz