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-54- Cuando vemos estos detalles en la vida de nuestra hermancll comprendemos que tiene razón Sor María del Sagrario cuando te:r:.– mina su relación con estas pc1labras: «siempre tendré el consuelo de haber convivido con una santa». . Un corazón tan desprendido de lc1,s. cosas de este mundo como• el de Sor Beatriz poseía necesariamente. una capacidád inmensa para, la santidad, porque la santidad con.siste en una entrega total y sin reservas a Dios y solamente puede entregarse todo a Dios el que· no está amarrado a este mundo por afectos e inclinaciones humanos. Lirio Tuvimos ocasión de admirar ya en otro lugar de estas notas bio– gráficas el amor entrañable que nuestra hermana tuvo siempre a la pureza. En el corazón de Sor Beatriz niñá, brotó pujante la flor inmacu– lada de la virginidad y de tal manera cautivó la fragancia de esta virtud su espíritu, que por conservarla evita hasta la sombra de todo lo que pueda mancillarla. La vimos en los últimos años de su estancia en casa de los pa– dres huir de todas las diversiones y evitar escrupulosamente el trato con los jóvenes. Ya religíos9- continua mirando a esta virtud como uno de sus mejores tesoros y evita cuidadosamente cuanto pudiera desdorarla. Cierto, dentro de los muros de un convento, apartada de todo contacto con el mundo no tenía tantos peligros, ni estos podían ser tan temibles. Además la vida de piedad intensa que podía llevar en el conven– to era una salvaguardia potentísima frente a los ataques del demonio. Pero si la religiosa es casi moralmente imposible que caiga en ciertas faltas graves contra la pureza, puede faltars~ a esta virt11d y de hecho a veces se falta, no mortificando suficientemente la vista,. adoptando posturas menos honestas, permitiéndose ciertas frases si no abiertamente inmorales sí algo íncónvenientes y un poquito frívolas ... Por este motivo la conducta de Sor Beatriz en materia de pure-·

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