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-42- émocionada, sin embargo gracias a. su fuerza de voluntad pudo con– servar un dominio perfecto de sí misma. Aquella era otra vez la Narcisa inteligente y de voluntad disci– plinada que con plena conciencia .del acto que iba a realizar, se arro– jaba libérrimamente en los brazos del btien Jesús, y renunciaba a todas las ilusiones terrem1s que puede forjarse una cabecita de die– cis~is años. Con las mejíllas leveme.nte encendidas por la espectación de que era objeto y por la trascendencia del acto, pero firme y resuelta, Sor Beatriz pronunció st:s votos: «YO SOR MARIA BEATRIZ DE SAN– TA TERESA POR AMOR Y SERVICIO DE NUESTRO SEÑOR Y LA SANTÍSIMA CONCEPCIÓN SIN MANCILLA DE SU GLO– RIOSA MADRE, HAGO VOTO Y PROMETO A DIOS Y A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA... DE VIVIR TODO EL TIEMPO DE MI VIDA EN OBEDIENCIA, SIN PROPIO Y EN CASTIDAD Y EN PERPETUO ENCERRAMIENTO». Al terminar, la esperaba el abrazo cariñoso de las religiosas. Siempre es este un acto muy simpático pero en esta ocasión revestía más atractivo por el afecto que en todas las religiosas había desper– tado la pequeña Sor Beatriz. Además de las emociones en la Iglesia esperaba.1 a nuesfra her– mana otros momentos no menos emocionantes en el locutorio. Sus padres habían asistido a la profesión. Cuando iba camino del locu– torio debió sentir una sensación enorme de cariño. Temblando de ternura se agarró a las celosías y les saludó. Los padres no contestaron. La emoción les impedía articular palabra. Su padre no pudiéndose contener rompió a llorar como un niño. Enton– ces ella aunque dominada también por la emoción pudo sobreponer– se y envolviendo a su padre en una mirada de profundo cariño le dijo: «Vamos padre, qUe es madre más valiente que usted». Poco a poco los tres se fueron serenando y entraron en una con-· versación de franca intimidad. Sor Beatriz se interesó por todos los de :SU familia, especialmente por un hermanito que había nacido po– co después de su ingreso en el convento. · Cuando llegó la noche y Sor Beatriz se retiró a la celda, su cuer– po estaba rendido por las muchas emociones del día pero su alma, Tebosaba de felicidad. Yo me la imagino postrada a] lado de su pobre tarima pidiendo
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