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-40- traño que tales factores contribuyesen a crear en ella un estado· habitual de inferioridad y de temor que modificasen por algún tiem- po su conducta y modo de ser. · Aún nos resulta más interesante lo que añade Sor Rosario: «Que después lloraba, por haber llorado». Aquí parece ya Sor Bea– triz luchando contra ese defecto inesperado. Para ella, que hasta entonces supo dominar su carácter, tenía que resultar muy mortificante tales escenas de romper a llorar por cosas insignificantes delante de toda una comunidad. Las religiosas no se extrañaban, porque la veían tan niña. A ella,que, como hemos repetido tantas veces, pensaba y discurría con una inteligencia muy superior a sus pocos años y que además tenía, conciencia de ser mayor de edad-así se la consideraba ya en casa– tales lloriqueos de seguro, la desarmaban y sacaban de quicio. Por eso yo creo que esta insubordinación de su sensibilidad a los dictámenes de la voluntad, este pasar ante la comunidad como· niña sensiblera y mimada fué para Sor Beatriz uno de los pasos. más dolorosos en sus primeros años de religión. Pero luchó, pidió a Dios fuerzas para dominar su carácter,. aprendió a sacar provecho espiritual de las humiliaciones ante las demás religiosas y al fin logró sobreponerse a este desorden que daba al traste frecuentemente con la paz de su espíritu. Así lucharía y así vencería otros muchos defectos pequeños o grandes que, sin duda ninguna, entorpecían sus primeros años de vida religiosa. Por ser internas o de menor importancia estas imper– fecciones, no llamaron tanto la atención de sus compañeras de co– munidad y por eso no podemos saber cuáles .fueron. Si exceptuamos este caso que debemos a la feliz memoria de Sor M.ª del Rosario, nada más sabemos de Sor Beatriz novicia. La misma religiosa, que fué una de las más íntimas de nuestra hermana, tiene una frase, en la relación que nos envió, con la que estamos plenamente conformes y creo lo estarán cuantas religiosas convivieron con nuestra hermana. «Yo creo-dice-que la que fué excelente de religiosa sería también muy buena novicia». Efectivamente, si tenemos en cuenta la vida fervorosa que llevó Sor Beatriz antes y después de novicia, no cabe la menor duda que su comportamiento durante el noviciado sería intachable. En el tiempo de prueba se dedicó con todo interés a impregnar
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