BCCCAP00000000000000000000803

-32- to terreno, estaba por lo mismo muy bíen dispuesto para que en fl rrttrase a banderas desplegadas el amor seráfico del Povérello, diví-· namertte obsesfonado por la humanidad de Cristo. El camino estaba ya trazado. Jesús quiso que nuestra hermana fuese religiosa y le señaló para teatro de su santificación los claus– tros de un convento concepcionista y por compañeras las santas. religiosas de la Béafü Beatriz de Silva. Más adelante veremos cuán bien supo aprovecharse de esta esplendidez de Dios para con ella. Quien no rienunda a su padrie y a su ,madre... Ultimadas fas gestiones necesarias, Narcísa a quien acompaña– ba su padre abandonó la casa paterna en una mañana calurosa de junio de 1924. Aparentemenfe en la despedida conservó una sereni– dad perfecta. Y bien sabía ella que a muchas de las personas presen– tes en la despedida no volvería a repetirles el abrazo. Y que sus ojos no volverían a contemplados viejos muros de su casa, ni las calles del pueblo repletas de tantos reéuerdos, ni la vieja Iglesia donde tuvo ton el Buen Jesús los primeros y más tiernos coloquios. Pero como decimos lá serenidad de nuestra hermana era solo en apariencia. Era mujer y como tatmuy humana, delicada y sensible. Torturaban su alma ansias inefables por consagrarse a Dios toda entera y sin reservas; pero esta consagrádón había de hacerse nece– sariamente por el camino de 1a renuncia y separación de todo lo que hasta entonces lícitamente había amado. Como hemos tenido oca– sión de apreciar, ella no estaba pegada a las comodidades de esta vida ni a sus pasatiempos, pero amabá entrañablemente a sus ¡::ia-– dres y hermanos, les amaba no con urt amor setitimental e inopera– tivo sino eficaz. Por ellos hábía derrochado hasta entonces lo me– jor de sus jóvenes energías. No es pues temerario su¡::ioner que sentiría en aquellos momen..; tos los naturales tirones del corazón y que su espíritu destilaría la hiel de una ifitensa amargura.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz