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-14- aquella niña que repetía perfectamente todo el catecismo a los siete' años. A veces, cuando Narcisa iba a su. casa por libros, para entre-· tener sus ratos libres, al despedirla cogíala bondadosamente por la. barbilla y con mirada escrutadora y complaciente decia en tono sen– tencioso: «tú tienes que ser maestra o religiosa» y a los padres les decía también frecuentemente: «esta niña para lo pequeña que es tie- , ne un tesón extraordinario. No está destinada a vivir para las tie– rras, sino para religiosa o algo así». No se engañó el bu~n sacerdote,. aunque él ya no lo vería. Murió dos años antes de ingresar nuestra hermana en el Convento. Como último testimonio que acredita la extraordinaria capaci– dad intelectual de Narcisa consignamos el hecho siguiente: cuando la examinaron las religiosas antes de su ingreso en el convento, se extrañaron de su formación, superior a la que puede adquirir una niña en escuela de puebl,o y preguntaron a sus p_adres si había estu:.– diado en algún colegio de religiosas. La abuela Isabel Es un detalle en la vida de nuestra hermana que no puede pa– sarse por alto. Sus primeros año's se deslizan tutelados por la amo– rosa solicitud de su abuela Isabel. Es difícil ponderar el amor, e1 ca– riño y el aprecio que la abuela sentía por su nietecita. Era superior al que se encuentra ordinariamente en las abuelas más cariñosas. Y obedecía creemos nosotros a muchos motivos,·entre los principales pueden enumerarse el hecho de ser la p.ríméra nieta y sobre todo el comportamiento formal y cariñoso de la misma Narcisa. Para no aducir más que una prueba de este afecto profundo que reinaba entre ellas mencionamos lo siguiente: Cuando Narcisa tenía , cinco años, sus padres se fueron a vivir a una casa separada del centro del pueblo por una distancia notable. Nuestra hermana tenía costumb;e de ir a jugar con sus compañeras a la plazoleta de l¡:i Igle– sia que está en el c_entro del pueblo. Esto la suponía un paseo bas– tante grande. Y la abuela para que su nieta no se molestase excesi– vamente la obligaba a merendar en su casa y así cogía 11Jás cerca el lugar de sus juegos.

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