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-119- Es, primero, un ejemplo simpáticamente aleccionador. Lo hemos ,podido comprobar. Nuestra hermana no tuvo,.una vida llena de.ma – nifestaciones extraordinarias. Fué completamente normal, corriente, ,casi en todo .como la nuestra. · Solamente hay en ella una circunstancia. que la separa notable– mente de la generalidad. En nuestra hermana faltan las fre~uentes ,claudicaciones, el cansancio y a veces 'hastío en el servicio de Dios ,que tanto. oscurecen nuestra existencia. El vivir de Sor Beatriz .fué una Jínearecta, siempre as.cendente y sin desmayos. hacia las .cimas -de la santidad. Su existencia por tanto, paralela y similar a la nuestra, tan cer– ,ca de nosotros, sin distintivos espectaculares que •la ele.ven por enci– ·,ma de nuestro vivir, pero al mismo tiempo tan fiel a las. exigencias --de la gracia, debe ser para nosotros altamente aleccionadora. Debe ser un reguero luminoso, un aliciente arrollador, que aca– be con nuestro pesimismo, timidez y negligencia en el caminar por las veredas de la santidad y al mismo tiempo un eficaz revulsivo del espíritu en días, por desgracia frecuentes, ·· en que sentimos ganas ·infinitas de echarnos en el surco y renunciar á la empresa de ser santos. El. recuerdo de Sor Beatriz tiene además otra importancia, para nosotros, que no podemos silenciar. Como alma grande y especial– mente amada de Jesús, no hé;iy duda que tiene ante El una poten~ia, intercesora extraordinaria. ¿Qué puede negarse en el cielo a un alma cuya vida fué una pa– sión arrebatadora por Dios? Por El abandonó padres y hermanos, por El cultivó con verdadera pasión la azucena hldnquísima de la. pureza;· por El vivió pobre y mortificada, por El consideró como su– ·yos propios todos los pecados de los hombres, incluso los de aque• llos que más se distinguieron por un odio demoníaco hacia todo lo :santo. Por El en fin derramó hasta la última gota de su sangre virgi– nal que, en expresión del Divino Maestro, es la prueba más alta de .amor. No pecamos por tanto de atrevidos al afirmar que Jesús acoge ,con especial interés todo lo ~ue le pide Sor Beatriz. Lo podríamos confirmar con numerosas experiencias, propias y ,ajenas. Son muchas las crisis internas, las luchas cuerpo a cuerpo con

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