BCCCAP00000000000000000000803

-110- Presentía la posibilidad de :que después de haber conservado,, por tantos años incontaminada yloza11a 1a flor de la virginidad, po– día ser brutalmente hollada por aquellos salvajes. Aureolada por esta corona de espinas la vida espiritual de las religiosas se desarrollaba con rapidez e intensidad. Bien podemos, sospechar que todas llegaron a cimas elevadas en la perfección. Confiaban en Dios, pero no les cabía la menor <luda que a cada momento podían caer víctimas del odio y salvajismo de aquellos forajidos. Por eso desde que Sor Beatriz se reintegra ;:a la comunidad, en el ánimo de todas hay un pensamiento dominante: prepararse lo me– jor posible para la. muerte y luego esperar confiadas en la protec– ción paternal de Dios. Rezaban todos los días el Oficio Divino por los pocos libros que pudieron sacar del convento. Hacían sus horas de oración ordi~ narias y podemos:sospechar sin temor a equivocarnos que con un fervor desacostumbrado aun en las más fervorosas. En momentos como aquellos por los que pasaban las religiosas,. la plegaria y la oración brota espontánea en los labios y en el corazón.' Co'mo durante el día no podía.n dedicarse á otras cosas, labores,. oficinas de convento, etc., prolongaban los ratos de oración a dis– crección durante el dia, juntamente con otras prácticas de piedad. Una de las más frecuentes era el rezo de los quince misterios del Rosario. Práctica de piedad que solían acompañarla aún las más ancianitas con los brazos en cruz. En aquel sagrado reducto de Francisco Sílvela, morada del ~a– crificio y de la oración, subía todos los días al cielo, como delicada y fragante nube de incienso, multitud de inmensos actos reparatorios. De vez en cuando, en medio de aquel grupo de monjas, de aque;.. 11a Comunidad que tenía mucha semejanza con las prímitívas cris– tiandades, habitantes de las catacumbas, se alzaba grave y solemne la voz de la superiora, como la figura hierática del obispo en medio de los cristianos condenados a lc:s fieras . . Las exhortaba a seguir constantes en la virtud hasta el· heroís– mo si era preciso, a la generosidad con Dios, a que ofrecieran sus vidas si así El lo disponía, por su amor y por la salvación de Es– paña.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz