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CAPITULO VII NACIMIENTO DE JESUS «María se quedó con ella unos tres meses y luego, volvió a su casa», nos dice el Evangelista san Lucas. (Le. 1, 56). María visitó a su prima Isabel no para cerciorarse , del anuncio del ángel. Ni lo hizo para comunicar a su prima la nueva de la Encarnación. Ni tuvo como fin principal el felicitarla por su maternidad tanto· tiempo esperada y ahora en trances de alumbramien– to. Ni para hablar de asuntos de raza, de familia o de mesianismo. El objeto de su visita fue el pres– tarle los consuelos de su caridad y ayudarla en el nuevo momento de su vida de mujer. No parece, pues, lógico que María la hubiera aban·· donado y dejado sola cuando más necesitaba de sus· servicios, cuando se le acercaba la hora del ~lumbra– miento. Lo natural es pensar a María ayudándola y · confortándola en la hora de su maternidad. Esto mismo parece indicar el texto evangélico al decirnos el detalle de los tres meses como duración de la visita de María a su prima Isabel. Hubiera sido,– una descortesía el abandonarla al punto del alumbra-

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