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Hambrientos hay muchos en el mundo. Hambrea-. mos el pan de cada día, el goce diario y a veces as– queroso, el amor que pasa y luego deja amargor, el· orgullo que envanece y acaba en tontería y en humo, Ja posición social que acaba en fingimiento, todo esto· hambrea el mundo. Y cuando ha creído conseguir!(), cuando creen tener harto el corazón se lo encuentran con más hambre porque perdura el vacío. Han olvi– dado que la única realidad perenne y que satisface es la vida ,eterna, el don supremo, la gracia de la Redención. En el mundo hay también muchos ricos. Hombres que tíenen lo que han ambicionado: dinero, comodi 0 • dad, negocio, .carrera, puesto, mando, posición, nom– bre y fama... Ricos de lo que el mundo llama rique– za, hombres con suerte en el mundo. Hombres ricos, pero a su estilo, que representan papeles de ricos..'. equivocados. La riqueza indeficiente y a la que no• atacan la polilla ni el orín ni la muerte es Cristo. ¿Dios los deja vacíos? Sería cuestión de alumbrar su espíritu, porque Dios llama pobres o ricos a los que no tienen o tienen lo que cuenta para la eternidad. A los que responden o no responden al misterio de la cruz y de la Redención. María. llama hambrientos a los que tienen hambre· de Dios. Hambre de un Dios que da el don de la Re– dención. María canta colmo y dicha para aquellos que· esperan como hambrientos la hora de Cristo y la es– peran con el corazón preparado para la rociada de amor y de sangre que da vida. María llama dichosos: y bendice a Dios por ello, a aquellos que sienten ne– cesidad de transformarse en Dios por la santidad. A los tales Dios los llenará de gracias. Caerá sobre ellos. el bien de la Redención y la holgura de la santidad.

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