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88 -. Aquel cuya misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le sirven. Este es el plan de Dios. Si algo necesita el hom– bre en .este punto crucial de la Encarnación que cul– mina en la Redención es misericordia. Ha llegado la hora bendita de la misericordia. La responsabilidad es enorme para los humanos. La mi– sericordia correrá como un río de bendiciones para todos aquellos que tengan peso para medir su respon– sabilidad. Para todos aquellos que tengan conciencia exacta de la hora presente. Misericordia que colmará de bendición a los que le sirvan. Para los que se per– caten de la importancia del hecho de la Redención. Para los que teman la hora de la misericordia. Para los que no dejen pasar a la ligera el momento deci– sivo. María canta y proclama su bendición ante todos los hombres que la proclamarán dichosa porque su– po servir a Dios y responder con humildad y docili– dad a la hora de Dios. Sólo basta comprender nuestra bajeza, humillar– nos y esperar la hora de la Redención. Desplegó el poder de su brazo y aniquiló foe planes de los soberbios. La Redención es de una fuerza y de un valor uni– versales. Pero tiene que tener un eco consciente y libre en nuestra prsona. Un sentido decidido en nues– tro corazón. Dios no hace las cosas ni las quiere vio– lentamente. No fuerza la libertad humana. El amor no quiere imposiciones. Cuando ama quiere ser co– rrespondido amorosamente. La Redención llega al hombre con un ofrecimien-

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