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INTRODUCCION PERSONALIDAD DE MARIA Primero fue como un sueño que Dios tuviera. Des– pués la maravilla de un mundo brotado de sus lna– nos, casi sueño de su corazón. Desde entonces exis– timos los hombres y vivimos la esperanza de una vi• Q&• Y todo porque Dios lo quiso y nos amó. Vivimos y hacemos una historia. O una vida. Y en esta trayectoria de la vida y de la historia los hor,nbres tenemos nuestros hitos y ta:rp.bién nuestros héroes y jefes. La vida de los hombres tiene sus fracasos. A veces i,:remediables. Y solemos buscar }.¡is soluciones. P<n.'– que es muy triste perder la esperanza. Tanto como perder el pulso del corazón. La esperanza, sabroso vino que anima los espíritus y calienta la sangre de las venas. Y hasta hace nacer las ilusiones. Pocas veces nos hemos acordado de Dios. Esa es la verdad. Y para esta esperanza, para esta ilusión nacida al corazón de la humanidad, yo os presento la esperanza de una Virgen que es la dulce Madre. Ma· dre de Dios y madre de los hombres. Esperanza nues· fra. Pero quisiera en estas líneas introductorias fijar la atención en María para descubrir su formidable p.ersonalidad. Generalmente medimos la personalidad de un hombre o de una mujer por los hechos que impuso a

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