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- 87 Porque ha puesto s:ns ojos en la pequeñez de su esclava. Mirad: ya desde ahora me adamarán bienaventurada todas las generaciones, A Dios no le cuesta hacer de la nada un cielo es– trellado y con una palabra todo el bullir de las aguas del cielo y de la tierra. Le basta decirlo. Solamente para hacer la maravilla de la Encarnación y de la gracia necesitó la humildad y sencillez de una Vir– gen. Y por eso mismo, porque ha contemplado y ha puesto sus ojos con cariño en la pequeñez de su es– clava, todas las generaciones llamarán bendita la obra de sus manos, el prodigio de su amor. María comienza aquí su canto mesiánico. Se ve :es– trechamente unida al Hijo, piedra fundamental de la obra de la Redención. Por eso la llamarán bienaventu– rada, porque ha sido hecha compañera y Madre del Redento:r. Porque Dios ha hecho ,esta maravilla. Poli'(!_\l.ll.e l!n~ oiwado en mí cosas e1'ltupendas Á(]:mil que es poifleiroso, Aquel cuuyo nombre, es santo. Esa es la verdad. No se envanece. No se apropia lo que no es suyo, sino don de Dios. Comprende que no es digna de ser su Madre, que no merece tal dis– tinción entre todas las hijas de Eva. Pero lo admite. Reconoce el regalo, la distinción, y lo agradece. Se entusiasma como Madre de Dios y como hija de Eva. Porque ha llegado la redención al hombre y ha lle– gado precisamente por medio de su pequeñez, de su humildad, de su nada. Camino delicado para una de– licadeza. extraordinaria de Dios. Los caminos del amor son caminos de sencillez, sin boato ni estruendo.

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